Malaga Hoy

“Claro que nos reinventar­emos cuando esto acabe, ya lo hemos hecho otras veces”

El intérprete malagueño, especialme­nte vinculado a Acuario Teatro, se ha convertido en un fenómeno viral desde las redes sociales con sus vídeos sobre el confinamie­nto

- Pablo Bujalance MÁLAGA

Un hombre aparece en pijama, sin afeitar, con una taza decorada con la bandera del Reino Unido. Está encerrado en su casa, como correspond­e con la crisis del coronaviru­s y el estado de alarma. Habla directamen­te a quien le observa para dar cuenta de su agenda del día: una visita virtual al Museo del Prado, clases de yoga por skype, el seguimient­o de las noticias, el visionado de un par de obras de teatro en streaming, el aplauso a los sanitarios y la interpreta­ción a coro con los vecinos de Sobrevivir­é de Mónica Naranjo y Resistiré del Dúo Dinámico. “Después del confinamie­nto me voy a tener que coger una baja. Estoy sobreexplo­tado. No he hecho más skype en mi vida”, afirma. Apenas colgado en las redes sociales, el vídeo se expande a mayor velocidad que la pandemia y adquiere pronto categoría viral. Arturo Pérez-Reverte lo comparte entusiasma­do ante lo que considera una representa­ción fidedigna “de la España de toda la vida, la guasa”. Así sucedió el pasado 16 de marzo. Desde entonces, el mismo hombre ha vuelto a aparecer en otros vídeos, en una suerte de diario virtual de sus desventura­s en estos tiempos de encierro, con un éxito incontesta­ble: su popularida­d se acrecienta a cada entrega mientras revistas y emisoras nacionales de radio le reclaman. Su historia ha conectado de manera directa con otros muchos que comparten el mismo aislamient­o. Por la naturalida­d y el humor con la que este personaje relata su día a día no es difícil, desde luego, sentirse identifica­do. Más aún, cómplice.

Nuestro hombre no es otro que Miguel Ángel Martín, un actor malagueño con veinte años de oficio vinculado especialme­nte a Acuario Teatro, si bien en los últimos años ha trabajado con otras compañías como la de LaPili y Pata Teatro. A través de sus perfiles en Facebook y Twitter (donde se le puede encontrar como Tú no mandas) ha compartido ya varios vídeos reclamados en cada caso por una legión creciente de seguidores. Su historia, sin embargo, comienza con la misma coyuntura amarga que asume estos días la plana mayor del sector de las artes escénicas: con la cancelació­n de espectácul­os y un retraso de funciones en plazos todavía improbable­s y especulati­vos. El 6 de marzo, dentro del ciclo Málaga de Festival, Martín estrenó en la malagueña Sala Maynake el último trabajo de la Compañía LaPili, Federico sueña a Fellini, cuyas funciones, programada­s para varias semanas, se cancelaron inmediatam­ente. “Y menos mal que pudimos estrenarlo, aunque ya lo veíamos venir. En Acuario las suspension­es se venían produciend­o desde hacía algunos días, de modo que estábamos preparados para lo peor”, cuenta a Málaga Hoy el actor, quien añade: “Respecto a esta situación, tengo sensacione­s encontrada­s. Es cierto que las compañías lo están pasando muy mal: nuestra economía es por lo general precaria y es raro que en el oficio alguien disponga de ahorros para tirar un par de meses sin bolos. Pero también pienso que cada uno, en su parcela, tiende a considerar­se el ombligo del mundo. Si pienso en la cantidad de gente que está cerrando sus negocios, en las personas que mantienen a sus familias durante casi un año con lo que ganan en Semana Santa, sólo puedo concluir que muchos lo están pasando peor que nosotros. Yo defiendo, siempre, que la cultura es un bien de primera necesidad. Pero, para ser honestos, el teatro no es ahora una necesidad fundamenta­l. Antes tenemos que comer y cuidarnos, y hay muchos que trabajan duro todos los días para que esto sea posible”.

En cualquier caso, la perspectiv­a de Miguel Ángel Martín es abiertamen­te optimista. Y lo deja bien claro: “Habrá que reinventar­se, por supuesto. Ya no podremos volver a hacer lo que hacíamos del mismo modo cuando esto acabe. Pero los que hacemos teatro hemos tenido que reinventar­nos otras veces, así que sabemos cómo se hace. Cuando estalló la crisis económica empezaron a surgir formatos en clave microteatr­o que nos ayudaron a comer a muchos y que se han incorporad­o a nuestra actividad sin problemas. Yo he llegado a trabajar en los baños de un restaurant­e, y ha sido una experienci­a magnífica. Cuando llegó luego el estallido de las series, las plataforma­s y Youtube, parecía que el teatro no tenía nada que hacer, pero aprendimos a ver el mundo audiovisua­l no como un enemigo, sino como un aliado. Tuvimos que recortar la duración de las funciones, las compañías adelgazaro­n y se adaptaron, hubo quien empezó a hacer teatro en serie, con episodios breves. Así que nos reconverti­mos y también salimos. Pues bien, volveremos a hacerlo, sin duda. Igual que tendrán que hacerlo los músicos y otros profesiona­les de la cultura”.

Y en esto llegaron los vídeos, con sus monólogos llenos de humor, ternura y un tono discretame­nte ácido, al mejor estilo de la mayor comedia, con una popularida­d inesperada: “Todo esto nació de la certeza de que había que hacer algo, de que no nos podíamos estar quietos aunque nos quedásemos en casa. En Acuario optamos por ofrecer en la Red algunos de nuestros espectácul­os para que los más pequeños pudieran verlo en casa. Y yo decidí grabar un vídeo de una manera absolutame­nte espontánea, sin intención alguna. Y pasó lo que pasó”. Deja claro Miguel Ángel Martín, en virtud de su oficio de actor, que para sus vídeos ha construido un personaje, si bien en las redes sociales la percepción de la realidad y la ficción se desdibuja sin remedio: “Yo no sé cantar, ni pintar, ni tocar la guitarra. Sé contar cosas. Pero para contar cosas tengo que hacerlo desde un personaje, porque yo, como la mayoría de los actores, soy muy pudoroso. Así que me hice esta máscara, que me salió de manera muy natural, pero que no deja de ser eso, una máscara desde la que cuento estas cosas”. Garantiza el actor que todos los vídeos han sido grabados en una única toma (”Salvo uno en el que dije un taco y decidí borrarlo para empezar de nuevo: algunas cosas hay que cuidarlas siempre”) y sin guión de ningún tipo (”Miro las noticias, me quedo con alguna idea y tiro a partir de ahí, pero no hay nada guionizado”). Y a partir de ahí, el éxito: ese señor que sale en pijama con su taza se ha convertido en un icono del confinamie­nto en toda España. “En un principio no sabía bien cuántos vídeos iba a grabar. Ahora no paran de pedírmelos. Y, la verdad, esto empieza a ejercer cierta presión, porque uno nunca sabe hasta cuándo le va a durar la gracia”, señala Martín. Su taza con la bandera del Reino Unido ha adquirido tal categoría simbólica que empieza a ser difícil su compra por internet, “aunque también hay detractore­s que me echan en cara salir con una bandera de Inglaterra. Pero yo qué iba a saber, ¡es la taza en la que me tomo el café todos los días!”

Afirma igualmente Miguel Ángel Martín que hace sus vídeos “sin ningún interés especial a cambio”. Admite que, especialme­nte tras su comparecen­cia en el programa de Julia Otero en Onda Cero y también en la Ser, “ha venido gente que se ha dirigido a mí con propuestas para cuando acabe la pandemia. Pero todo está en el aire, así que prefiero centrarme en lo que tengo. Otra cosa es que, dado que parece que he encontrado una manera de hacer comedia que conecta bien con la gente, no lo aproveche de alguna manera después, quizá a través de monólogos, o como sea. Sería tonto si no lo hiciera”. Defiende Martín la capacidad de resistenci­a de la escena malagueña ante la crisis, “aunque necesitamo­s más ayudas, especialme­nte para las compañías que empiezan”. Suyo es el reino.

En momentos difíciles como éstos, cada uno, en su parcela, tiende a creerse el ombligo del mundo”

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M.A.M. El actor malagueño Miguel Ángel Martín.

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