Malaga Hoy

El género andaluz

La profesora Inés María Luna indaga en los orígenes, la estética y la evolución de la copla en la comunidad

- Juan Vergillos

La profesora Inés María Luna investiga sobre los orígenes, estética y evolución de la canción española, o copla andaluza, en este volumen en el que propone que el origen de este género es un cruce de caminos, como siempre que hablamos de fenómenos culturales. La canción española, según Luna, procede del cuplé o género frívolo de origen francés. Muchas artistas españolas de finales del siglo XIX y principios del siglo XX se suman, en el marco de las variedades, en teatros pero también en cafés cantantes, a esta moda que viene de Francia. Pero cuando el cuplé se mezcla con elementos del género andaluz es cuando nace, a consecuenc­ia de esta mezcla, la canción española. El género andaluz es el teatro musical que, desde mediados del siglo XIX, y especialme­nte en la escena madrileña, aunque también en la andaluza y nacional, presenta tipos y escenarios de tipo costumbris­ta, y enlaza directamen­te con los géneros anteriores, tanto el sainete como la tonadilla y otros géneros musicales y dancístico­s españoles del siglo XVIII. Nuestra propia hipótesis difiere en algunos aspectos, como saben nuestros lectores, de la de la profesora Luna. Ya que nosotros estimamos que es el mismo género andaluz el que, poco a poco, empieza a derivar a un género agitanado o f lamenco, como sinónimo de gitano. Pensamos, con Luis Lavaur, Steingress, Núñez y algún otro, que el f lamenco es esencialme­nte un género urbano y profesiona­lizado. De hecho, en estas representa­ciones del género andaluz de mitad del siglo XIX interviene­n artistas a los que se denomina, del “género gitano” o “f lamenco” como Josefa Vargas, Petra Cámara o el mismísimo Lázaro Quintana. Pensamos que el f lamenco está en los escenarios desde sus mismos orígenes, cuando se le denominaba como “género andaluz”. De hecho esta denominaci­ón convivió durante años, quizá 100, con la de f lamenco. Por ejemplo, el mismísimo Silverio Franconett­i jamás usó, que sepamos, la denominaci­ón de f lamenco para su propio arte, pese a que Antonio Machado Álvarez dijera de él, en 1881, que “es el creador del género f lamenco”. De hecho es este género andaluz o f lamenco el que se mezcla con el género frívolo de procedenci­a francesa, según nuestra hipótesis, para dar lugar a la copla andaluza. Muchas de los más egregios representa­ntes de este arte provenían del territorio f lamenco: Pastora Imperio, La Argentinit­a, Antonio Grau … y más tarde artistas como Lola Flores, Manolo Caracol o Juanito Valderrama, como prolijamen­te documenta Luna. El f lamenco está en los cafés cantantes en las últimas décadas del siglo XIX, pero también en los teatros. Como muestra, tenemos a Luis Alonso, Lázaro Quintana, Josefa Vargas y compañía, primero, y más tarde a Silverio Franconett­i, cuyos programas de mano en teatros de Madrid, Jerez, Málaga, Cádiz, Granada, etc. están hoy al alcance de todos. Por su parte, La Cuenca actuó en teatros de Sevilla, Madrid, París, Niza, Berlín, Viena, Lieja, Bruselas, Nueva York, México y La Habana. Algo parecido podemos decir de Carmencita, que recorrió los teatros más importante­s de Estados Unidos, Argentina y Brasil en el siglo XIX. O de La Macarrona, que visitó, entre otros, teatros de París y Berlín. Y eso en lo que se refiere al baile. De cante podemos encontrar a Antonio Chacón en bastantes de los teatros de España y algunos de América, igual que a otros célebres contemporá­neos suyos como Manuel Torre o Escacena. También Paco el Botas, Manuel Molina, Curro Durse, La Serneta, Juan Breva, El Canario Chico, El Mochuelo o, incluso, el mismísimo Joaquín Laserna, entre otros, cantaron en teatros en el siglo XIX. En estos mismos programas vemos que, si no revueltos, si que juntos aparecen lo orquestal con lo vocal f lamenco en dichas representa­ciones. De hecho, lo que Luna considera un fenómeno de inf luencias mutuas, entre

La copla andaluza nace del contacto del arte frívolo con el género andaluz

el f lamenco y la copla andaluza, propiciand­o, según la autora, el desembarco del f lamenco en los teatros, yo lo interpreto como un proceso de separación de lo que antes estaba unido con el nombre de género andaluz. Este género andaluz comenzaría a dividirse al principio del siglo XX, debido a unos condiciona­ntes que aquí explica bien Luna, en géneros diferentes: f lamenco y copla andaluza, en lo estrictame­nte vocal. Sin duda por la inf luencia del cuplé. Flamenco y escuela bolera, en lo estrictame­nte coreográfi­co. Acaso por la inf luencia del ballet.

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ARCHIVO J. V. La Argentinit­a, “famosa estrella del arte frívolo”.
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