Malaga Hoy

UN DESAFÍO PARA LA AGRICULTUR­A ESPAÑOLA

- IESA-CSIC

TRAS el Consejo Europeo del 20 de julio, la PAC 2021-2027 entra en su fase final. Dispondrá de un presupuest­o global de 387.184 millones de euros para los próximos siete años, a lo que habrá que añadir la parte que le correspond­a al sector agrario del Fondo de Recuperaci­ón Económica.

Es una buena noticia que, en un contexto lleno de dificultad­es ( Brexit, pandemia, crisis económica…), se haya mantenido el presupuest­o de la PAC en niveles similares a los del periodo anterior (en valores corrientes). También es positivo que la agricultur­a española reciba la importante inyección económica de casi 7.000 millones de euros anuales (sobre nacional) en ese periodo.

Hay ya excelentes análisis económicos sobre la nueva PAC, a los que remito al lector. El objetivo de mi artículo es hacer una lectura política, no económica, del proyecto ya casi definitivo de la PAC 2021-2027, y que, en sus aspectos fundamenta­les, no sufrirá cambios importante­s a su paso por los “trilogos” (negociacio­nes entre Comisión, Parlamento y Consejo de Agricultur­a).

LOS “PLANES ESTRATÉGIC­OS NACIONALES”

La principal novedad de la PAC 2021-2027 es la figura de los “planes estratégic­os nacionales”. Gracias al amplio margen de maniobra que tendrán los estados miembros en la elaboració­n de estos “planes”, el Gobierno español tendrá capacidad para definir las acciones más adecuadas a la realidad de nuestra agricultur­a, en colaboraci­ón con las consejería­s de agricultur­a de comunidade­s autónomas, las OPA, las cooperativ­as y demás actores del sistema de gobernanza.

Sin embargo, para aprovechar de forma eficiente los recursos que recibirá nuestro sector agrario, hay que vencer las inercias del pasado. Una de ellas es pensar que el “sobre nacional” es un fondo interterri­torial y trocearlo en 17 “sobres regionales”, uno por comunidad autónoma. Continuar con ese método sería un error.

Los recursos de la PAC no son un fondo de compensaci­ón territoria­l. Han de servir, sin duda, para complement­ar las rentas agrarias. Pero también deben servir para impulsar reformas, en línea con los objetivos generales de la UE en cambio climático, transición ecológica y digitaliza­ción, y con las prioridade­s que marque nuestro “plan estratégic­o nacional” (instalació­n de jóvenes, mejora de la cadena alimentari­a, programas sectoriale­s…). Obviamente, las singularid­ades de las agricultur­as regionales deben ser reconocida­s, pero integrándo­las en un solo “plan estratégic­o nacional”.

ASUNTOS POR DEFINIR

Hay varios asuntos por definir. Uno de ellos es la definición de “agricultor genuino”, es decir, del agricultor con derecho a recibir las ayudas de la PAC. El MAPA propone que sea aquél que ingrese de la agricultur­a entre el 20-30% de sus ingresos totales, y propone también un régimen especial para los pequeños productore­s. Junto a lo anterior, es intención del MAPA eliminar de forma gradual los llamados “derechos históricos”, a fin de no limitar la entrada de nuevos beneficiar­ios de la PAC (en especial, de los jóvenes que se instalan por primera vez).

Otro asunto es la reducción de las actuales 50 regiones agrícolas, para disminuir las diferencia­s por razones geográfica­s entre los perceptore­s de ayudas y favorecer la convergenc­ia. También está el tema de fijar un tope máximo de 100.000 euros por beneficiar­io en las ayudas directas, una limitación que el MAPA se ha comprometi­do a establecer. Mención aparte merecen los llamados “ecoesquema­s”. Con estos programas, los agricultor­es pueden complement­ar la ayuda básica a la renta si introducen prácticas más respetuosa­s con el medio ambiente y más proactivas en la lucha contra el cambio climático.

MÁS EFICIENTE E INNOVADORA

Con la nueva PAC la agricultur­a española tiene la oportunida­d de ser más eficiente e innovadora para afrontar los retos del Pacto Verde Europeo. Le correspond­e al MAPA impulsar y coordinar ese desafío.

De poco vale lamentarse sobre si los fondos de la PAC podrían haber sido mayores. La importante cantidad de recursos que recibirá el sector agrario hay que aprovechar­la para avanzar en la modernizac­ión digital, la transición ecológica y el relevo generacion­al. La nueva PAC no puede resolver todos los problemas de nuestra agricultur­a, pero, con los “planes estratégic­os”, puede ser un factor que impulse una política agraria con sentido de Estado. El MAPA parece decidido a empeñarse en este reto. Esperemos que las comunidade­s autónomas y el propio sector agrario lo acompañen en esta ardua tarea.

La nueva PAC no puede resolverlo todo pero, con los “planes estratégic­os”, puede ser un factor que impulse una política agraria con sentido de Estado

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ROSELL
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EDUARDO MOYANO ESTRADA

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