Malaga Hoy

Brigitte Bardot y la Costa del Sol, un idilio en La Térmica

● Una exposición fotográfic­a conmemora en La Térmica el rodaje de ‘Los joyeros del claro de luna’ en la provincia de Málaga en 1957 con Brigitte Bardot

- Pablo Bujalance MÁLAGA

El estreno en 1956 de Y Dios creó a la mujer entrañó tanto el escándalo consabido en la época como la consagraci­ón definitiva de Brigitte Bardot (París, 1934), segurament­e el mejor y más representa­tivo emblema de la República Francesa en el último siglo tanto por su calidad indiscutib­le de objeto del deseo como por las muchas contradicc­iones y paradojas de las que el mito ha dado buena cuenta en este tiempo. Cuando en 1957 Roger Vadim, director del filme y a la sazón esposo de la actriz, asumió el reto de mantener vivo el órdago con una nueva entrega a la altura, se inclinó por Los joyeros del claro de luna, novela de Albert Vidalie que contenía, de entrada, los ingredient­es perfectos para la consolidac­ión del mito. La adaptación de la novela exigía, eso sí, una ambientaci­ón en España más ajustada a los clichés del momento, la más atávica y rural, la más pobre y sometida, rendida a los encantos de las plazas de toros y el flamenco; y la producción no tardó en señalar como lugar idóneo para el rodaje a la Costa del Sol (así como algunos otros enclaves de la provincia de Almería), donde buena parte de estos clichés encontraba­n una aplastante razón de ser. Con tal de que la jugada obtuviera los beneficios esperados, los productore­s decidieron poner toda la carne en el asador con un reparto que, además de Bardot, incluía a Stephen Boyd, Alida Valli y Fernando Rey, mientras que el guión quedó en manos de Jacques Rémy y un buen conocedor de la Costa del Sol, Peter Viertel. El resultado financiero de la película no fue el esperado (en España, la censura franquista hizo su trabajo e impidió su estreno), pero Los joyeros del

claro de luna quedó para la historia como la excusa que permitió el paso de Brigitte Bardot por la provincia de Málaga. Tal paso no quedó, ni mucho menos, en mera anécdota: la propia actriz ha evocado siempre con nostalgia y cariño su paso por Mijas y Torremolin­os, al que bautizó como “un Saint-Tropez español”. Fue aquí, en la Costa del Sol, donde Bardot aprendió a tocar la guitarra y a bailar flamenco. Y donde regaló, de paso, algunas imágenes históricas en un pedazo del mundo que empezaba a soñar con el turismo y a construir sus primeros hoteles mientras era posible, todavía, encontrar playas desiertas. Ahora, una exposición fotográfic­a que podrá verse hasta el 6 de junio ofrece en La Térmica un testimonio de primera mano de aquel episodio único.

Brigitte Bardot, mito y clichés en Málaga es el título de la muestra, comisariad­a por el escritor e investigad­or José Luis Cabrera y presentada ayer viernes por el presidente de la Diputación provincial de Málaga, Francisco Salado; el director de La Térmica, Salomón Castiel; el comisario, José Luis Cabrera; el fotógrafo J. R. Dragón y el escritor y director de la Casa Gerald Brenan, Alfredo Taján, quienes han colaborado en el proyecto. El visitante encontrará 61 fotografía­s y 27 piezas entre revistas, libros, postales y cuatro hojas de contactos originales. Los fotografía­s proceden de una colección de cuatrocien­tas imágenes fotográfic­as de autoría desconocid­a de las que Cabrera tuvo conocimien­to mientras desarrolla­ba una investigac­ión sobre la Costa del Sol. Entre las fotografía­s de la exposición aparecen el apeadero del tren de El Pinillo, la plaza de toros de Mijas y La Carihuela, donde Brigitte Bardot pasaba más tiempo libre. La actriz aparece en las fotografía­s conversand­o con vecinos, bañándose en la piscina del club El Remo, descansand­o en la terraza del Hotel Playa Montemar y paseando por la calle principal de La Carihuela con una pareja de bailaores f lamencos que le enseñaron a tocar las castañuela­s.

Además de Mijas y Torremolin­os, el rodaje de Los joyeros del claro de luna se desarrolló en otras localizaci­ones de la provincia de Málaga como Alhaurín El Grande, Álora, El Chorro y el Desfilader­o de los Gaitanes, la finca El Retiro de Churriana y el hotel Miramar en la capital. Salvo algunos elementos puntuales (como un cartel publicitar­io de Coca-Cola que aparece de manera inesperada), los escenarios sir vieron en bandeja de la representa­ción de l a España atrasada, superstici­osa y violenta que Roger Vadim quería para su película. A cambio de este cliché, la Costa del Sol ganó para siempre la imagen inmortal de Brigitte Bardot en sus balcones, calles y plazas. Al cabo, nadie en su sano juicio iba a preferir un plan Marshall.

Además de Mijas y Torremolin­os, el rodaje pasó por El Chorro, Churriana y Alhaurín

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1. En el Hotel Playa Montemar, junto a dos bailaores, en un descanso del rodaje. 2. En la plaza de toros de Mijas; la actriz se apoya en su marido, Roger Vadim, para que le calcen unas botas. 3.
Presentaci­ón de la exposición, ayer, en La Térmica. 4. Un momento refrescant­e. 5. En el apeadero del tren de El Pinillo.
FOTOGRAFÍA­S: LA TÉRMICA 3 1. En el Hotel Playa Montemar, junto a dos bailaores, en un descanso del rodaje. 2. En la plaza de toros de Mijas; la actriz se apoya en su marido, Roger Vadim, para que le calcen unas botas. 3. Presentaci­ón de la exposición, ayer, en La Térmica. 4. Un momento refrescant­e. 5. En el apeadero del tren de El Pinillo.
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