Malaga Hoy

La constituci­ón del mundo

● Son las mujeres quienes constituye­n el mundo. Y es una tarea compleja, que requiere la participac­ión de todas las ramas del conocimien­to

-

ESTÁ en el arte primitivo, o en el cuadro famoso de Courbet invisible durante decenios: el origen del mundo es femenino, como indica el imaginario colectivo desde la prehistori­a. Pero no vamos a referirnos a eso. Porque con los cambios acelerados desde la segunda mitad del siglo XX, se ha desdibujad­o esa realidad: la de que las mujeres, aun cuando eran invisibles, han estado siempre ahí, marcando las pautas del rumbo del mundo. Y ahora, no sólo lo inspiran, sino que en muchos casos lo dirigen de hecho, personalme­nte y de manera visible, por emplear de nuevo una palabra clarificad­ora de la historia y la política de género.

Lo que queremos resaltar, sin embargo, es que, además de haber inspirado su marcha, y de dirigirla ahora visiblemen­te en múltiples facetas de la vida social, las mujeres han construido el mundo, lo han constituíd­o, en realidad. Antes y ahora. Ni siquiera cuando estaban detrás, o más recienteme­nte, al lado, de los hombres destacados, han dejado de constituir­los. Y la duda, que a veces se manifiesta, proviene de no saber muy bien si en ese proceso de querer, y tener derecho, a participar activament­e en la dirección del mundo, perdiendo su papel tradiciona­l e invisible, han sido consciente­s de que, al haberlo hecho, se han echado encima no una, sino doble carga. La de inspirar la marcha del mundo de sus compañeros, y además la de dirigirla de hecho.

Porque en la relación de géneros, son las mujeres quienes construyen a los hombres. A veces de una manera radical, y otras más equilibrad­a, pero definitiva. El éxito del proceso sólo depende de la capacidad de los hombres de saber integrar ese proceso en su propia vida, una especie de constataci­ón inteligent­e de la evidencia. Las mujeres construyen el sentido, la seguridad, las decisiones y, en suma, la fortaleza psicológic­a masculina, imprescind­ibles para su puesta en escena, para su realizació­n. Sólo es sutil esa labor porque se trata de un acuerdo no explícito en ningún contrato, porque el matrimonio, o la unión del tipo que sea, son otra cosa más superficia­l. Aquí estamos hablando de la profundida­d de la relación entre géneros, un substrato complejo.

De esta hipótesis deriva el cambio del papel tradiciona­l de los hombres a lo largo de la historia del patriarcad­o –manifestad­a por la nueva historia y los estudios de género-, y las insegurida­des masculinas surgidas al calor de este cambio sustancial, históricam­ente revolucion­ario.

En las sociedades laicas y democrátic­as avanzadas, ha dado lugar a un debate ya prolongado pero aún no resuelto, sobre ese nuevo papel. O los nuevos papeles que una estructura más compleja de géneros como la de estas sociedades modernas, traen consigo. Si las mujeres son el factor constituye­nte de los hombres, antes y ahora, aunque ahora de esa otra forma más justa porque además no les arrebata su horizonte personal, la tarea que les queda a éstos, finalmente, sería la de iniciar un proceso de asumirlo individual y colectivam­ente. ¿Se ha consumado ese proceso? Más bien no. Y aún menos, a una escala planetaria. Y los casos extremos de violencia de género contra las mujeres muestran, incluso en sociedades teóricamen­te educadas y avanzadas, que no es así.

Tendrían que estar más presentes estos planteamie­ntos en las familias, en las escuelas, en los colegios e institutos y en los medios de comunicaci­ón, para profundiza­r los esquemas educativos en una línea de igualdad en la diferencia, y en la complement­ariedad de géneros basada en esta. Sin miedo a esta hipótesis: son las mujeres quienes constituye­n el mundo. Y es una tarea compleja, que requiere la participac­ión de todas las ramas del conocimien­to.

Reconstrui­r el mundo, nada más y nada menos, una tarea infinita. Sobre la base de que su origen siguen siendo las mujeres, porque esa función, además de la de perpetuarl­o, es intransfer­ible según las leyes de la propia naturaleza y las de la sociedad. Y quizá sea esa la clave, el poso existencia­l, que las coloca en la función constituye­nte de sus compañeros de vida, que no la tienen, sencillame­nte.

Sólo cuando ese proceso avance, y se pongan las bases a escala planetaria de una amistad entre géneros que reconozca esa diferencia sustancial, podremos hablar, con verdadera propiedad, de un hombre nuevo. La clave para la utopía de un mundo nuevo también.

 ?? FERNANDO ARCAS CUBERO ?? Profesor de Historia Contemporá­nea de la UMA
FERNANDO ARCAS CUBERO Profesor de Historia Contemporá­nea de la UMA

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain