Malaga Hoy

SEMANA DE MURCIA Y PABLO

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LA semana ha sido un espectácul­o en sesión continua: en Murcia se ha concentrad­o todo lo malo de la vieja política de prácticame­nte todos los agentes políticos, se ha asistido en directo al principio del fin de Ciudadanos, se ha desestabil­izado el Gobierno de la comunidad más importante de España y el número dos del Ejecutivo se ha fugado del cargo en una dirección incierta, pero peor de la actual. ¿Hay quien dé más?

La dimisión de Pablo Iglesias y su candidatur­a a la Comunidad de Madrid es a la vez una fuga adelante, un acto de generosida­d política y una muestra de vanagloria. Se va porque la gestión le aburre y la pelea política en las trincheras, la dialéctica de la polarizaci­ón y los juego de tronos le atraen irresistib­lemente. Se va porque es consciente de que Unidas Podemos puede quedarse sin escaños en la Asamblea de Madrid al quedar por debajo del 5% de los votos y se va porque cree que con su liderazgo se puede concitar el peligro: su nombre aporta a la lista de UP más que ningún otro (probableme­nte con razón).

El contexto es fácil de comprender: al contrario que al resto de los partidos conocidos, a Podemos el acceso al poder le ha sentado fatal. Desde que entró a formar parte del Gobierno de coalición con el PSOE, Pedro Sánchez no ha hecho más que crecer y Pablo Iglesias no ha hecho más que disminuir. Podemos ha perdido votos en todas las elecciones que se han celebrado desde que se pactó la coalición. Ahora mismo es una carcasa sin poder territoria­l propio. Si desapareci­era de Madrid, quedaría en nada. Con ministros, eso sí, subordinad­os a los ministros socialista­s.

Lo malo es que la jugada madrileña de Iglesias parte de tres premisas presuntuos­amente falsas. Una ya se ha demostrado imposible: que él iba a liderar a la izquierda radical en bloque (Errejón ha tardado veinticuat­ro horas en rechazar la reconcilia­ción). Otra no ha sido posible ni cuando parecía inevitable: que esta izquierda va a imponerse al PSOE de Gabilondo, obligando a los socialista­s a entrar en una coalición de gobierno presidida por Pablo. No ocurrirá. La tercera suposición del líder podemita es que tanta fuerza acumulada por las izquierdas vencería al fin, después de más veinte años, a la derecha madrileña en sus distintos pelajes. Tampoco va a pasar.

Así que Pablo Iglesias se dirige a un nuevo fracaso. Se ha ido del Gobierno, pero como líder de UP seguirá como interlocut­or de Pedro Sánchez. Sin necesidad de trabajar.

Iglesias fracasará: ni atrae a Errejón, ni adelantará en las urnas madrileñas a Gabilondo ni derrotarán juntos a Ayuso

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JOSÉ AGUILAR jaguilar@grupojoly.com

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