París y un tercio de Francia afrontan su tercer confinamiento en un año
● Las restricciones durarán un mes y serán más ligeras que las de marzo y noviembre ● La media de contagios roza los 25.000 diarios y la tasa de incidencia en los últimos siete días se eleva a 266
París y un tercio de Francia se preparaban ayer para su tercer confinamiento en un año, que comenzará el fin de semana, durará al menos un mes y, aunque limitará los movimientos, será más ligero que los de marzo y noviembre.
Dieciséis departamentos del país, donde residen 21 millones de sus cerca de 70 millones de ciudadanos, afrontarán restricciones con las que el Ejecutivo espera frenar la pandemia en un momento en que la media de contagios roza los 25.000 diarios y la tasa de incidencia en los últimos siete días llega a los 266 casos por cada 100.000 habitantes.
Hasta ahora había un toque de queda en toda Francia de 18:00 a 06:00 que en regiones como la de Niza y Dunkerque, en el sur y en el norte, se completaba con un confinamiento el fin de semana.
Desde hoy, en esos dos departamentos y en otros 14 se impone un confinamiento toda la semana, y tanto en ellos como en el resto del país el inicio del toque de queda se retrasa a las 19:00.
Se podrá salir de casa con un justificante a una distancia máxima de 10 kilómetros y sin límite de tiempo, los colegios seguirán abiertos y también los comercios de primera necesidad, una categoría en la que entran las librerías, tiendas de discos o de bricolaje. Según dijo ayer el portavoz gubernamental, Gabriel Attal, también las peluquerías.
Abdel, de 53 años, es uno de quienes ayer bajó la persiana. Es sastre, tiene una pequeña tienda de ropa en París y sostiene que el pequeño comercio está “exhausto”. Aunque asegura a Efe que las ayudas estatales recibidas no son suficientes, no baja los brazos: “Estamos obligados a pelear: somos artesanos, amamos lo que hacemos... Intentamos ser optimistas. Quizá un día el cielo volverá a ser azul, la gente estará bien, la salud regresará...”.
La misma preocupación comparte la cofundadora de la librería Ici, Anne-Laure Vial, aunque esta vez ella sí pueda mantener abierto su local. “No sé nada de cómo será el futuro ni si vendrá mucha gente o no. Lo que sé es que será mejor que si estuviéramos cerrados o si tuviéramos que vivir sólo del click and collect”, dice sobre ese sistema que en el pasado les autorizó la venta por internet y la recogida en tienda.
Aunque las fronteras exteriores dentro de la UE siguen abiertas, en las zonas afectadas no se podrá viajar a otras regiones de Francia, lo que provocó que las reservas ferroviarias para ir antes de hoy hacia las costas de Bretaña o del suroeste, por ejemplo, se hayan agotado, y que los atascos para salir de París se triplicaran ayer.
Bares, restaurantes y lugares culturales y de ocio como museos y cines permanecen cerrados, por lo que las calles se mantienen como el principal punto de encuentro de los franceses.
El presidente, Emmanuel Macron, se había resistido hasta el último momento al confinamiento en la región capitalina y había pedido a sus ministros una fórmula a medida que limitara el impacto, pero la situación se había vuelto insostenible, con una tasa de incidencia el jueves de 446,1 casos.
Hay, sin embargo, quienes hubieran preferido un confinamiento total como el del año pasado. Benoît, estudiante de Biología de 18 años, cree que lo decidido ahora “no cambia mucho la situación” y no bastará para frenar el avance del virus.
Este confinamiento más suave costará a la economía nacional un 0,2% de su PIB y supondrá un coste total de 7.200 millones de euros en un mes para las arcas públicas.
Los billetes de tren hacia la costa se agotaron y los atascos para salir de la capital se triplicaron