Malaga Hoy

Netflix radiografí­a en una película el caso Wanninkhof-Carabantes

● Dos décadas después, una película documental realizada por Netflix analiza uno de los sucesos más mediáticos de la España del comienzo de milenio

- Paula E. Medrano (Efe) MADRID

Más allá de la tragedia, los asesinatos de Rocío Wanninkhof y Sonia Carabantes evidenciar­on una cadena de errores judiciales y policiales que no solo acabaron con la muerte de las dos jóvenes sino también con la vida de Dolores Vázquez. Dos décadas después, El caso Wanninkhof-Carabantes (Netflix) analiza uno de los sucesos más mediáticos de la España del comienzo de milenio.

Y lo hace huyendo del morbo, centrándos­e en los hechos y buscando una “crítica al sistema” y una “reflexión colectiva” de qué papel ocupó cada persona en un caso en el que “no se respetó la presunción de inocencia”, cuenta a Efe la directora de la cinta, Tània Balló. De los medios de comunicaci­ón a la sociedad civil, pasando por la policía y los jueces, todos tuvieron algo de responsabi­lidad, asegura la cineasta.

“El paso del tiempo nos ayuda a analizar este tipo de casos que, más allá del impacto mediático, también hablan mucho de la sociedad que éramos y de la que somos hoy. La historia negra de los países cuenta cómo nos enfrentamo­s colectivam­ente a nuestros miedos, a las fobias, a los prejuicios y creo que este es un caso paradigmát­ico de todo eso”, apuntala documental­ista. Trass upasopor el festival de documental­es Docs-Barcelona, El caso Wanninkhof-Carabantes se estrena hoy en Netflix y es la primera película documental que aborda, 20 años después, la revisión de estos dos casos desde los múltiples prismas y facetas: judicial, policial, político, mediático, sociológic­o y de género.

La historia comenzó en 1999 cuando la joven Rocío Wanninkhof de 19 años desaparece. Tras varias semanas de búsqueda y con los medios de comunicaci­ón totalmente volcados con el caso apareció su cadáver. Dolores Vázquez, ex pareja de su madre, fue detenida sin pruebas claras y, después de un juicio plagado de irregulari­dades y de un “circo mediático”, un jurado popular la declaró culpable de un “crimen pasional”.

Pasó 519 días en la cárcel hasta que el caso se reabrió después de que en 2003 apareciera el cuerpo sin vida de otra adolescent­e, Sonia Carabantes en Coín. La policía encontró a su asesino, el británico Tony Alexander King, y al cotejar las muestras con el caso

Wanninkhof se descubrió que era el mismo culpable y Vázquez quedó exculpada, aunque su vida quedó marcada para siempre.

“La historia se enmarca en una España que inicia el siglo XXI, pero aún a caballo del siglo XX, y se enfrenta por primera vez a un caso en el que af loran los prejuicios, la homofobia, el machismo, la presunción de inocencia, el fallo del sistema, la respuesta ante el fallo del sistema…”, apunta Balló.

Pese a que fue exculpada, a día de hoy Vázquez no ha recibido ninguna indemnizac­ión, ni tampoco una disculpa pública ya que, entre otras cosas, España “no tiene una escenifica­ción de la figura del perdón público”.

“Yo como ciudadana me gustaría que Vázquez hubiera sido indemnizad­a porque es una forma de dar la confianza al ciudadano de que cuando el sistema se equivoca, el sistema responde. Si no hay una responsabi­lidad y no hay un mecanismo que sepa articular una indemnizac­ión del calibre que sea, atendiendo en cada uno de los casos a sus caracterís­ticas, creo que entonces es muy preocupant­e”, añade Balló. Aunque habló con ella, en la cinta no aparece el testimonio actual de Alicia Hornos, madre de Wanninkhof. Tampoco el de Dolores Vázquez, con quien no consiguió hablar. Su silencio, apunta Balló, “es una fuerza narrativa muy potente porque evidencia el nivel de barbarie que se ejerció sobre ella”. “La sociedad española no está preparada para que una mujer sea la ejecutora de un tipo de crimen siempre relacionad­o con la peor versión de la masculinid­ad. Lo que se hace es masculiniz­ar a Dolores Vázquez, se la despoja de cualquier elemento de feminidad para que la opinión pública entienda, más allá del lesbianism­o, que es masculina. Se construye un personaje que es irreal”, apunta la cineasta.

En la cinta sí aparece el testimonio de Encarna, la madre de Carabantes, con el objetivo de “reivindica­r” su caso como “evidencia de las consecuenc­ias de los errores”. “Cualquier sistema esta conformado por seres humanos que se equivocan, pero cuando el error no es enmendado en su momento, las consecuenc­ias pueden ser muy trágicas y en este caso lo fueron”, apunta Balló. Así, aunque lo de Dolores Vázquez “fue muy trágico porque destrozaro­n la vida de una mujer para siempre”, pasa a un segundo plano al observar “que la consecuenc­ia real más trágica de este asunto fue el asesinato de Sonia Carabantes tres años después”.

Dolores Vázquez no ha recibido ninguna indemnizac­ión ni una disculpa pública

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M. H. Un coche con el cartel de la joven desapareci­da.
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JESUS DOMINGUEZ / ARCHIVO DE LA AGENCIA EFE Los padres de Sonia Carabantes.

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