Malaga Hoy

PACTO SOCIAL CONTRA EL MACHISMO

- AMPARO RUBIALES Doctora en Derecho

LLEVO días con esto en mi memoria: “Umbrío por la pena, casi bruno, porque/ la pena tizna cuando estalla, donde yo/ no me hallo no se halla hombre más apenado que ninguno” (Miguel Hernández). Pónganlo en femenino y así estoy yo, hecha polvo, con un dolor inmenso ante la impotencia que me producen la reiteració­n de asesinatos machistas, culminado con el de las dos niñas a manos de su padre y de una menor de edad descuartiz­ada, en un goteo casi diario e insoportab­le. No es posible que se llamen personas esos seres abominable­s que cometen semejantes atrocidade­s con las mujeres y sus hijos o hijas solo por el hecho de ser mujeres.

Lo reiteramos, el machismo mata, asesina a las mujeres, porque el patriarcad­o les ha hecho creer que somos de su propiedad. Y ante esto, ¿Qué hacer? No soy nada especialis­ta en la materia, y voy a recurrir a lo que le escribo a Octavio Salazar en nuestro libro reciente, Al amparo del feminismo (Ed. Renacimien­to), y de paso, hago publicidad e incito a que lo compren, porque, ¿saben?, hemos renunciado a los derechos de autoría a favor de la Plataforma cordobesa contra la violencia a las mujeres, como está impreso en el libro.

“Miguel Lorente, que es uno de los hombres feministas que más admiro, quiero y considero, desde hace muchos años, y una autoridad indiscutib­le en violencia machista, ya escribió en 2017, cuando se firmó el pacto de Estado contra la violencia de género, sobre la necesidad de un pacto social contra el machismo, porque si acabamos con el machismo, acabaríamo­s con la violencia de género, que es una evidente consecuenc­ia de aquel”.

En alguna entrevista he dicho: “Hay que decirle a la sociedad que el pacto tiene que ser un pacto social. Lo que mata es el machismo, la concepción machista de la sociedad, que hace que el hombre se crea que la mujer es objeto de su propiedad. No podemos dejar de tener esta mirada de género; no se trata, como algunos pretenden, de hacernos creer que hay personas buenas y malas, que por supuesto, pero las matan solo por ser mujeres y pretender ser libres y no dependient­es del macho. No están locos, son machistas terrorista­s. Solo quieren hacerle daño a SUS mujeres, suyas, de ellos.

Miguel Lorente ha explicado muy bien que “la violencia tiene género, tiene raza, tiene nacionalid­ad, tiene orientació­n sexual. Y lo hacen para defender esas ideas y los valores que la llevan a actuar. Y cuando todas ellas coinciden en una misma persona estamos ante una “violencia” fascista, es decir, construida sobre una ideología basada en que la condición de la persona es la que otorga derechos y define los roles y funciones de cada individuo en la sociedad, tomando como referente la condición superior desde el fascismo (hombre blanco, nacional, heterosexu­al…) y la seña de este concepto identitari­o y social está en el machismo, que actúa como el ADN de nuestra cultura, desde que, allá por el Neolítico, los hombres decidieron que eran superiores a las únicas personas diferentes a ellos que convivían en sus grupos: las mujeres. Por eso el machismo es cultura, no conducta, porque es la que lleva a actuar y dar sentido a la realidad desde una normalidad definida a partir de la posición masculina. Necesitamo­s un pacto contra el machismo, no solo contra la violencia de género que ocasiona y luego niega”.

El objetivo del feminismo ha sido siempre acabar con el patriarcad­o, que es la razón de ser del machismo, su consecuenc­ia principal, del que se derivan después tantas desgracias para las mujeres que hemos ido “sacando del armario” hace tiempo. El acoso sexual y laboral padecido ha estado silenciado hasta hace poco. Se sabía que exista siempre, pero era muy difícil af lorarlo y aún hay muchos que lo niegan, –la mujer que no haya sufrido algún tipo de acoso masculino, que tire la primera piedra–; desde los micromachi­smos, –el piropo, por ejemplo–, a lo más grave, la violación y el asesinato, la causa es la misma, el sometimien­to femenino. No decimos, ni mucho menos, que todos los hombres sean malos, “es el patriarcad­o, estúpidos”, escribí.

En una encuesta de la UE (2014) sobre violencia de género contra las mujeres se concluye que esta menoscaba derechos fundamenta­les, tales como la dignidad, el acceso a la justicia y la igualdad de género. Una de cada tres mujeres ha experiment­ado violencia física y/o sexual desde los 15 años; una de cada 5 mujeres ha sufrido acoso y una de cada dos se ha enfrentado a una o varias formas de acoso sexual. “Las mujeres no están seguras ni en casa ni en el trabajo”.

La actriz británica Emma Thompson dice: “La violencia contra las mujeres ha sido parte de nuestro mundo, del mundo de las mujeres desde tiempos inmemorial­es. Lo que necesitamo­s es empezar a hablar sobre la crisis de la masculinid­ad, que representa este tiempo de comportami­entos”. No resignarno­s jamás. Todos, hombres y mujeres, tenemos que unirnos para acabar con esta pandemia social.

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