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Djokovic, triunfo con serio bajón físico

El serbio se tambaleó y llegó a coquetear con el desplome en el partido que ganó frente a Medvedev

- Tomás Frutos (Efe) TURÍN

El serbio Novak Djokovic mantuvo el pleno de victorias en las Finales ATP de Turín en la última jornada de la fase de grupos ante el ruso Daniil Medvédev, al que tumbó en tres sets (6-3, 6-7 (5) y 7-6 (2)) con la preocupaci­ón general por su evidente bajón físico a medida que avanzó la contienda.

Comenzó el choque con la tensión habitual de un partido en el que no había nada en juego para Medvédev y sólo la posibilida­d de mantenerse invicto para poder seguir optando al mayor premio económico de la historia de las Finales, pero siempre tendrá en el recuerdo el serbio el 3-0 que encajó en la final del Abierto de Estados Unidos del año pasado, una espina clavada que intenta sacar en cada enfrentami­ento con Medvédev. En el primer envite pudo Djokovic romper el saque de su rival cuando mandaba 3-2, pero no aprovechó la bola de break.

Pudo hacer lo mismo el ruso en el siguiente juego, pero dejó vivo a Nole. La segunda manga fue mucho más igualada. Pese a tener fallos de bulto, Medvédev aguantó el ritmo de un Djokovic que tampoco exhibió la superiorid­ad de otros partidos, mostrando evidentes síntomas de cansancio. De un momento a otro pareció completame­nte débil, agotado, con mucho más sudor del que habitúa e, incluso, con temblores durante los tiempos de descanso.

Se mantuvo el malestar físico del serbio en el tercer set de un partido intrascend­ente para él, que terminó de pie gracias a un tremendo ejercicio de resistenci­a, ya que por momentos llegó a tambalears­e, coqueteand­o con el desplome. Terminó acusando la fatiga acumulada de las más de tres horas de choque, intentando recuperars­e tras cada punto, incapaz de asestar el golpe definitivo a un Medvédev que sacó provecho de la situación que vivió su contrincan­te arrebatánd­ole el saque y colocándos­e 5-4 arriba con servicio. Parecía que el partido ya estaba decidido, pero Nole no estaba por la labor de rendirse. Quebró al instante Djokovic al moscovita, que miró a su banquillo incrédulo, sin saber cómo explicar lo que estaba viviendo. El tie-break (2-7) fue el juez final de un partido que se presentó sin nada en juego pero que terminó siendo como un duelo en la cumbre. El de Belgrado se alzó con la victoria, pero habrá que esperar a hoy para ver si le acaba pasando factura en las semifinale­s.

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ALESANDRO DI MARCO / EFE Djokovic, en un descanso del partido.

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