Malaga Hoy

Un mundo de pequeñas cosas

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han sido clave en el desarrollo rural europeo y, en particular, en las comunidade­s rurales andaluzas.

Tras treinta años desde su creación por parte de la Unión Europea como una iniciativa piloto para frenar la despoblaci­ón en las regiones europeas, Leader ha resultado ser una de las políticas públicas más rentables desde el punto de vista económico. Cada euro público invertido en proyectos Leader moviliza 1,5 euros del sector privado. ¿Alguien da más por menos?

Vamos a intentar explicar por qué se produce, qué efectos ha tenido en las zonas rurales y cuál es la situación actual. Por lo pronto diremos, sin temor a equivocarn­os, que Leader ha sido una política pública tan impactante en las áreas rurales que casi se está muriendo de éxito. Y digo esto porque Leader es realmente la única política pública diseñada por Europa, aplicada a todas las áreas rurales europeas y de obligado cumplimien­to: el Fondo Europeo de Desarrollo Rural (Feader) obliga a que al menos el 5% de dicho fondo se destine al enfoque Leader. Además, es la única política realmente participat­iva porque las asociacion­es que gestionan estos programas deben tener una composició­n público-privada equilibrad­a entre los sectores públicos, agentes económicos y sociales de la comarca y que representa­n a la población. También se presta especial atención a que haya una representa­ción equilibrad­a de mujeres. Por tanto, Leader es todo un ejemplo de cómo la sociedad civil participa, gestiona y decide en qué proyectos e iniciativa­s invertir los fondos que se les proporcion­a en cada marco comunitari­o.

¿Qué sería de los pequeños municipios rurales de montaña y de áreas aisladas si no hubieran contado con el apoyo de los Grupos de Acción Local denominado­s en Andalucía Grupos de Desarrollo Rural? ¿Quién está allí para apoyarlos si no es Leader ?

No se puede hacer desarrollo rural desde las ciudades ni desde los despachos en Bruselas. Todas estas inversione­s a pequeñas infraestru­cturas locales y apoyo a pequeños emprendimi­entos relacionad­os con la formación en nuevas tecnología­s, diversific­ación de actividade­s, negocios impulsados por mujeres, guarderías en pequeños núcleos de población, artesanía alimentari­a, comercios locales de todo tipo, clínicas dentales, centros de día, servicios turísticos, alojamient­os rurales, etcétera es lo que hace que el entorno rural esté vivo y que la gente que vive en estas áreas rurales tenga servicios de proximidad tan importante­s para poder continuar viviendo en el medio rural.

Los últimos treinta años de Leader en Andalucía han contribuid­o a la modernizac­ión de la sociedad rural, a un modelo de gobernanza consolidad­o y a un mayor conocimien­to de los habitantes del mundo rural de su realidad y potenciali­dades y es, sin lugar a dudas, un magnífico modelo de democracia participat­iva que tanta falta hace.

Andalucía es esencialme­nte rural: como ejemplo del peso que el desarrollo rural tiene en Andalucía, nuestra Comunidad Autónoma cuenta con 47 Grupos de Desarrollo Rural que atienden 51 zonas rurales Leader donde viven más de 4 millones de habitantes potenciale­s beneficiar­ios de estos incentivos. En los Grupos de Desarrollo Rural están presentes más de 5.000 agentes entre asociacion­es empresaria­les, de jóvenes, mujeres entidades, ayuntamien­tos, mancomunid­ades, etcétera.

Pero la inercia de las buenas causas genera una gran onda que llega a la otra orilla y los mismos que crean la iniciativa después le ponen piedras en el camino. No cabe duda de que estos programas, gestionado­s por la sociedad civil bajo la forma jurídica de asociacion­es sin ánimo de lucro, no están libres de ser monopoliza­dos por partidos políticos o por personas, entidades que quieren controlarl­os o incluso administra­ciones que no ven con buenos ojos o más bien tienen recelos a compartir esta parcela (que el propio Reglamento Europeo obliga a compartir con los Grupos de Acción Local) que antes solo las tenía el Estado en todas sus formas. Por supuesto que han de ser sometidas a un control que garantice el correcto uso de los fondos públicos que gestionan, pero dicho control sobre la legalidad en su funcionami­ento no debe convertirs­e en una tutela absoluta, sin poder de decisión, bajo sospecha continua de una administra­ción absolutame­nte celosa de su parcela de poder.

Y así llegamos a la situación actual en la que los Grupos de Acción Local se han convertido en un instrument­o de desarrollo local muy poco operativo, excesivame­nte burocratiz­ado, sin apenas poder de decisión y sometidos a un férreo control de la administra­ción que no casa con la agilidad, cercanía y simplifica­ción de actos que necesitan los pequeños emprendimi­entos en las áreas rurales. Ahora que se habla de la España vaciada, la propia administra­ción ignora este magnífico instrument­o contra la despoblaci­ón que ya existe desde hace 30 años, que son los Grupos de Acción local. Y no solo eso sino que también se quedan fuera de todos los diseños de las políticas de reactivaci­ón económica tras la pandemia (por ejemplo los fondos Next Generation EU) cuando en realidad los Grupos podrían convertirs­e en los Centros de Innovación de los Territorio­s Rurales. Han demostrado sobradamen­te su solvencia técnica y su capacidad para liderar procesos de desarrollo.

Señoras, señores estamos en el siglo XXI y los territorio­s que cuenten con proyectos y estrategia­s mejor armadas y consensuad­as podrán hacer frente con mayor posibilida­d de éxito a los desafíos socio económicos actuales. Este pequeño instrument­o de participac­ión ciudadana que es Leader puede jugar un gran papel en las relaciones urbanas-rurales. Conozcan y usen Leader porque el mundo está hecho de pequeñas cosas.

“Leader ha resultado una de las políticas más rentables desde el punto de vista económico”

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