‘El Yoyas’, fugado de la Justicia en un bosque
● El que fuera participante de ‘Gran Hermano’ está condenado por siete delitos de malos tratos
Carlos Navarro El Yoyas quiere convertir su vida en una película. No vive ya, sino que “improvisa”, asegura ahora desde un lugar indeterminado de nuestro país, en el interior de un intrincado bosque. Hacia allá se marchó, sin recursos, para no presentarse ante la Guardia Civil por el último requerimiento judicial.
El Yoyas, que tiene 46 años, está fugado de la justicia, vive de lo que encuentra y ha concedido una entrevista con el periódico El Mundo con la que ha hecho acto de presencia para asegurar que es inocente y esquivará a la ley todo el tiempo que pueda.
Desde el día 28 está huido de la petición del Juzgado Penal número 5 de Las Palmas de Gran Canaria para su ingresión en prisión por delito de malos tratos en el ámbito familiar a su ex pareja, Fayna Bethencourt, que también fue participante en Gran Hermano 2, y a los dos hijos de ambos. En total la causa afecta a la comprobación de siete delitos de lesiones, amenazas y vejaciones, seis de ellos sobre su familia.
Ya en aquel programa, en el año 2000, se apreciaba un comportamiento violento por parte de este participante catalán, que fue expulsado del reality por
El que fuera ganador de ‘Supervivientes’ vive una situación crítica conyugal con su esposa Alicia Peña. En Telecinco han aparecido nuevas acusaciones sobre su infidelidad, no sólo su escarceo con Alba Carrillo en una fiesta, y Pérez podría apartarse por ahora de la TV agredir a su entonces recién conocida novia Fayna, que por su actitud combativa recaló en espacios como Crónicas marcianas y fue un heterodoxo colaborador de Jordi Évole como opinador. El sobrenombre de El Yoyas precisamente era por sus advertencias de endiñar guantazos ante sus
compañeros de reclusión en Gran Hermano.
El juez probó que Navarro maltrató a su tres familiares, con dos hijos menores de edad, y estableció una condena de cárcel de cinco años y ocho meses. Inició su fuga a mediados de mes tras el requerimiento del juzgado de la localidad barcelonesa de Vilanova del Camí, donde reside e incluso fue concejal.
El Yoyas ha reaparecido, demacrado, saliendo así de su escondite para reclamar su inocenciade los casos de los que ha sido condenado. Lo que más lamenta es que no pueda estar junto a sus hijos. Asevera que ha sido ajusticiado sin pruebas, aunque los testimonios de los dos menores son concluyentes. El condenado se siente “cabeza de turco” de la legislación actual y asevera que no ha hecho “nada para merecerse esto”. Para amigos y gente de su entorno esta situación, surgida tras un primer juicio celebrado en 2020, no pilla de sorpresa.
Fayna Bethencourt llevaba años denunciando los malos tratos.
El Juzgado canario probó los casos y le condenó a cinco años de prisión
Sopa de pescado, de pepino, de castañas, de melón, gazpacho, consomés, escudella, ramen, cremas, y hasta cincuenta recetas de sopas y cuatro de caldos básicos componen un exquisito recetario que acaba de publicar la cocinera Ada Parellada para ensalzar un plato que considera “redondo”.
“La sopa es una preparación perfecta, la solución a la ecuación de las tres incógnitas de la cocina: conocimiento, tiempo y coste. No lo sé hacer, no tengo tiempo, no lo puedo pagar. Con una sopa lo resolvéis todo”, asegura esta chef, una entusiasta de las sopas, que también son “una estrategia perfecta para vaciar la nevera y repartir de una manera equitativa pocos ingredientes entre los comensales”.
La cocinera, que no sólo es diestra ante los fogones sino que demuestra un dominio del lenguaje y la escritura envidiable, asegura que “la sopa tiene la magia de hacer que el agua tenga gusto a ingrediente” y opina que aunque se han publicado muchos libros “aún no se han publicado bastantes. Tenemos que continuar insistiendo”.
Su libro se llama Sopes. Brous, escudelles i sopes fredes (Editorial Rosa dels Vents/Penguin Random House), la chef del restaurante Semproniana de Barcelona defiende que “sopa es casa. Sopa es abuela (y abuelo). Sopa es amor. Sopa es nostalgia. Las sopas evocan los momentos cotidianos, sin florituras, sencillos, tranquilos, humildes. No son ostentosas, no se muestran, pasan desapercibidas pero van construyendo el recuerdo”. Sitúa el origen de la sopa como mínimo en el “paleolítico” como alimento fundamental.