Malaga Hoy

NOMBRES PROPIOS

Luis Enrique ¿No sabía que Bono para muchos penaltis?

- Francisco José Ortega

Fernando Rapallini ★★ (argentino). Irregular en el arranque del partido, tal vez demasiado permisivo con Marruecos, pero después tuvo una buena actuación sin trascenden­cia en el marcador.

Saiss (90’).

gol. gol. para Unai Simón.

gol.

Laporte (77’) y

poste. para Bono.

para Bono.

Unai Simón le saca con el pie un gol claro a Cheddira. Sarabia remata al poste con poco ángulo.

El tópico denomina a la tanda de los once metros la suerte de los penaltis, pero nada más lejos de la realidad. Los entrenador­es que mejor los preparan le piden al profesiona­l que fuerte y al lado natural. Lo peor, sin embargo, es que un cuerpo técnico no sepa que Bono para muchos penaltis y no arriesgue más para evitarlos.

Sabiri, Sarabia, Carlos Soler,

Busquets,

Achraf,

104’

Amarillas

123’

Ziyech,

Benoun,

Octavos de final del Mundial de Qatar 2022, Estadio de la Educación de Al Rayyan, 40.667 espectador­es.

Fracaso estrepitos­o de la España de autor, de esa selección que Luis Enrique ahormó a su forma para tocar el balón un millón de veces sin ser capaz de profundiza­r jamás. Bono, un consumado parapenalt­is como bien saben en el Sevilla, se encargó de firmar la sentencia de un grupo que alardeó de muchas cosas y al final fue incapaz de llevar a cabo ninguna. El balance ya se sabe, una goleada, una derrota y dos empates por su impericia para arriesgar y para crear ocasiones de gol.

España, la España del autor Luis Enrique, sí será campeona del mundo de una cosa, de la posesión, de tener el balón en su poder, pero eso no vale absolutame­nte para nada si no se acompaña del deseo de hacerle sangre a los rivales. Esta vez, contra Marruecos, como la anterior frente a Japón, dos seleccione­s del máximo nivel futbolísti­co, fue incapaz de buscar el riesgo. Sólo lo hizo en los últimos minutos de cada tiempo reglamenta­rio y, oh casualidad, entonces sí fue capaz de tener acer

Este fracaso de toda la selección de autor lo puede marcar en su concepción futbolísti­ca, pero conviene apuntar rápido que es un pedazo de futbolista y que debe seguir creciendo en su proyección. Sin embargo, es fundamenta­l que juegue más hacia arriba que a buscar sólo asegurar la pelota, cosa que hizo esta vez. camientos peligrosos en contra de la portería de los marroquíes.

Notas destacadas del partido. Llegada de Morata con pase atrás para Nico Williams y lo saca un defensa en última instancia (88’); cabezazo muy alto de Morata en falta sacada por Carlos Soler (91’+); Bono saca una falta lateral que se envenena en lanzamient­o de Dani Olmo (95’+); pase pésimo de Morata en una contra por primera vez con ventaja (117’); y remate de Sarabia con poco ángulo que roza el pos

77%

Posesión. La posesión de España para contabiliz­ar sólo dos remates entre los palos y 14 en total

te de la portería africana (123’). Es la mejor prueba de que todo sucedía en los arreones finales, cuando sí corrió algunos riesgos la selección de autor.

Pero eso no basta para llegar lejos en un Mundial, porque por lo demás España fue una selección rácana, incapaz de superar el entramado defensivo que, lógicament­e, le planteó Marruecos para tener la mejor ocasión de todas en las botas de Cheddira en la primera mitad de la prórroga, salvada por Unai Simón de manera milagrosa con los pies (104’). Después el mismo delantero tendría incluso otra para demostrar su impericia con el balón en los pies.

Eso, nada más que eso, fue mucho más de lo que hizo España en el que ese cuerpo técnico experto en tenerlo todo más que estudiado parece que se olvidó de la gran cantidad de penaltis que ha parado Bono en su época en el Sevilla, algunos de ellos muy trascenden­tes. El resultado fue que el cancerbero le paró dos a Carlos Soler y Busquets mientras que obligó a Sarabia a ajustar tanto que se le fue al poste. Ni un solo gol desde el punto de los once metros un día después de que Luis Enrique dijera, desconozco si en su labor de streamer o en la rueda de prensa, que esos deberes se los había encargado expresamen­te a sus futbolista­s para que lo practicara­n en sus respectivo­s clubs. No debieron hacerle mucho caso, está claro.

Por lo demás, la primera mitad no pudo ser más decepciona­nte. Los hombres de fútbol valorarán las dificultad­es y tratarán de buscar virtudes de España ante un rival que se encerraba con sus diez hombres de campo en apenas una decena de metros, pero la verdad es que el equipo de autor

Fue un cero a la izquierda dentro de la selección. Incapaz de desbordar ni una sola vez a un lateral tan ofensivo como Mazraoui y que, además, jugaba en una posición que no es la suya, ya que es un 2. Por ahí se podía hacer algo de daño, pero el yerno de Luis Enrique no consiguió irse ni una sola vez para crear peligro. se quedó en un fútbol artificios­o, en esa exageració­n de la posesión a través de 1-4-3-3. Porque careció completame­nte de profundida­d y también de maldad para tratar de hallar las vías para al menos inquietar a Bono.

Es cierto que la selección recitaba de carrerilla el manual implantado por Luis Enrique a los suyos. No perder la pelota en zonas de riesgo, asegurarla con el pase al elemento desmarcado del rondo con la superiorid­ad crea

Está claro que es una de las piezas claves en el entramado de Luis Enrique y, sobre todo, si el rival se encierra atrás como lo hizo Marruecos. Pero lo que no puede ser es que la única solución del faro por el medio fueran prolongaci­ones de tacón que se convertían en pérdidas y pases de seguridad para atrás.

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