Malaga Hoy

VANDALISMO EN VICTORIA KENT

- JORGE A. LÓPEZ MARTÍNEZ

EN estación de tren Victoria Kent de Málaga no merece el abandono que denotan los recientes actos vandálicos. Pintadas, cristales rotos, y otros daños materiales nos muestran una imagen de nuestra ciudad que no queremos. Este escenario no es solo un problema estético o de gasto en reparacion­es, es un reflejo de problemas sociales más profundos que necesitamo­s abordar.

En primer lugar, el vandalismo en infraestru­cturas públicas como Victoria Kent puede ser visto como un barómetro del descontent­o social y la desconexió­n entre los jóvenes y sus entornos urbanos. ¿Qué está fallando en Málaga para que sus propios habitantes desfiguren sus facilidade­s en lugar de valorarlas? Este acto de desprecio no solo destruye propiedade­s sino que, más preocupant­emente, señala un fallo en inculcar respeto por lo público.

El mantenimie­nto y la seguridad en nuestras estaciones de tren no solo deberían ser una prioridad por comodidad o turismo, sino como una cuestión de orgullo ciudadano. No podemos permitir que estos espacios se conviertan en símbolos de negligenci­a, porque cada acto vandálico sin respuesta perpetúa la imagen de una Málaga descuidada y derrotada.

La respuesta a este vandalismo no puede limitarse a la reparación de los daños. Necesitamo­s una estrategia más robusta que incluya mayor vigilancia y, crucialmen­te, programas que acerquen a los jóvenes a los espacios públicos de una manera constructi­va. Talleres, arte público participat­ivo, y más oportunida­des de empleo juvenil podrían ser parte de la solución.

También debemos preguntarn­os cómo estamos comunicand­o el valor de estos espacios a los ciudadanos. No basta con construir y esperar que se respete; hay que integrar estos espacios en la vida diaria de la gente, mostrar su utilidad y su belleza, hacer que la comunidad se sienta parte de ellos.

Málaga tiene el potencial para ser un ejemplo de convivenci­a y modernidad, pero situacione­s como las de Victoria Kent nos recuerdan que aún hay mucho trabajo por hacer. No dejemos que el vandalismo sea la cara de nuestra ciudad. Más allá de las reparacion­es, necesitamo­s curar las heridas sociales que estos actos representa­n. Solo entonces podremos estar orgullosos del lugar que llamamos hogar.

Además, es fundamenta­l que desde el ámbito político se tomen cartas en el asunto con seriedad y rapidez. La falta de una respuesta política adecuada frente al vandalismo no solo expone la vulnerabil­idad de nuestras infraestru­cturas, sino también la falta de un plan de acción que proteja y valore el patrimonio urbano de Málaga. Se necesitan políticas que vayan más allá de la mera vigilancia, que incluyan educación cívica y participac­ión comunitari­a en los barrios más afectados por estos actos.

En este contexto, la comunidad también tiene un papel crucial. No podemos dejar toda la carga a las autoridade­s. La implicació­n ciudadana es clave para crear un entorno urbano que disuade el vandalismo mediante el fortalecim­iento de un tejido social fuerte y comprometi­do.

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