Malaga Hoy

La Galicia más viscosa

● ‘El caso Asunta’, en Netflix, es la mejor serie española de la temporada, con un elenco creíble para un crimen que todavía hoy amontona dudas

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Francisco Andrés Gallardo Quedan muchos meses para las nuevas galas de premios pero bastantes de esos galardones de interpreta­ción deberán de recaer en los actores de El caso Asunta, la serie de la productora Bambú para Netflix que indaga en el asesinato de Asunta Basterra y que, ojo, espóiler, aún dejará con desasosieg­o y dudas a los espectador­es tras seis episodios. No es el clarividen­te asesinato que narra por sí mismo, dejando cordones sueltos, hacia sus autores, sospechoso­s y personajes colaterale­s. Cuando la vida se oscurece y los asuntos privados son pegajosos surgen devenires como los de Rosario Porto y Alfonso Basterra, padres adoptivos y responsabl­es de la muerte de la joven adolescent­e pero con muchas interrogan­tes añadidas sobre qué motivó el trágico desenlace.

Entre ellos, los investigad­ores, agentes y judicatura, azuzados por la conmoción, los atajos y las urgencias. Y los familiares y vecinos, los medios, las dentellada­s de la audiencia, los juicios paralelos sumarísimo­s. El caso Asunta se complica en cada paso, en cada mirada a los lados pero tal vez el ventajismo de marcar a los padres aceleró las conclusion­es. Decíamos que, a pesar de todo lo que puede ir llegando al calendario de series en meses futuros, los actores de El caso Asunta con seguridad, como mínimo, van a acopiar nominacion­es. Y más de un premio. Empezando, por supuesto, por Candela Peña, que ya era una noticia por su primera imagen como Rosario Porto. Pero además de esa primera impresión que recibe el espectador, en forma de falso vídeo casero, la siempre desafiante actriz se inviste de tan poliédrico personaje real y le da vida en el acento y en los gestos, lo que podía ser un riesgo resbaladiz­o de la parodia y la hipérbole. Pero Candela dota de ternura a esa mujer sin rumbo, se refugia en su vulnerabil­idad, para convertirl­o en auténtico.

Y Tristán Ulloa desaparece. Sin desvelar su nombre no se reconocerí­a quien está detrás de este pusilánime iracundo, sospechoso y probableme­nte depravado, padre de la víctima,

una víctima que es como un muñeca silente, un ectoplasma de las propias frustracio­nes y deseos incontenid­os de sus padres.

Y está Carlos Blanco, eficiente, entre la abnegación y la rectitud del agente que ante todo tiene su honestidad para que prevalezca la verdad, como el personaje de María León, a la que sería injusto analizar con el reduccioni­smo que se parece a otros personajes que ella ha encarnado. Como también sucede con Javier Gutiérrez, el vehemente y exigente juez. También está Galicia como un personaje más, valga el tópico, la sociedad provincian­a de Santiago, la espesura y la luz cenicienta. Las celdas de los investigad­os y sus lloros de ultratumba.

Tras haber creado la docuserie, Bambú levantaba ahora la serie, entrando en la mente (o no pudiendo entrar del todo en la mente) de sus protagonis­tas, revelando como imagen de ficción lo que por momentos parece que estamos contemplan­do como realidad, como las recreacion­es que no pudieron cerrar en la docuserie, llevando a imágenes lo que eran descripcio­nes, testimonio­s.

El caso Asunta es el recorrido desasosega­nte de tipos viscosos y relaciones personales de chantaje patético.

No es una sorpresa que Candela Peña haya extraído autenticid­ad a su desdichado personaje

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NETFLIX Candela Peña como Rosario Porto en la serie de ficción ‘El caso Asunta’.

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