Marca Andalucía

LA NIÑA DE LOS OCHOMILES

ADRIANA BROWNLEE, DE MADRE ALICANTINA, SUMA 10 ‘8.000’ EN 18 MESES. CON 22 AÑOS ASPIRA A SER LA MÁS JOVEN DE LA HISTORIA EN COMPLETAR LOS 14

- G. RIQUELME

“Lo normal es aburrido”, dice Adriana Brownlee al otro lado del teléfono desde Nepal mientras la voz de una de las 15 niñas que asiste en una ONG en Nepal distrae su atención. La española aunque el apellido despiste, que su madre dejó Alicante hace más de dos décadas para probar un trabajo temporal en Londres y se enamoró de Tony, un inglés amante de la montaña y hoy directivo de una empresa que surte de comida precocinad­a a los supermerca­dos, podría pasar por una milenial más comprometi­da con causas nobles si no fuera por algo que la convierte en extraordin­aria: ha alcanzado la cumbre de 10 de los 14 ochomiles del planeta.

Desde mañana intentará hollar el Cho Oyu en invierno (8.201 metros), con temperatur­as de 60 grados bajo cero. “Lo máximo que padecí fue en el Dhaulagiri, en otoño de 2021. Unos 35 ó 40. Sufrí congelacio­nes en los dedos y desde entonces no puedo tocar cosas muy frías o muy calientes”, reconoce. El asalto a la la sexta montaña más alta del planeta es parte de una carrera particular, hasta ahora con la ayuda de oxígeno, que la convertirá el próximo verano, si todos los planes salen, en el ser humano más joven de la historia en completar el álbum de los colosos de la Tierra. “En las cumbres me siento feliz”, dice Adriana, de 22 años. Tiene gran margen: el récord lo tiene Mingma Gyabu Sherpa con 30 años y 166 días.

“En realidad esto comenzó cuando yo era una estudiante de Primaria”, revela. “Un día, cuando yo tenía ocho años, la profesora nos encargó como deberes que pensásemos qué queríamos hacer cuando creciésemo­s. Y al día siguiente yo le dije que ascender el Everest. Quería ser la más joven y servir de inspiració­n”. Aún tardaría 12 años en cumplir su propósito.

Brownlee comenzó acompañand­o a su padre a la montaña. A los nueve años se planteó el récord de los Tres Picos, un desafío que exige completar los techos de Escocia, Inglaterra y Gales en menos de 24 horas: Ben Nevis (1.345 metros), Scafell Pike (978 m.) y Snowdon (1.085 m.). Son 37 km de caminata y la distancia total que se recorre en coche, unos 700. En el primer intento sufrió una hipotermia y, a la segunda, se convirtió en la más joven en lograrlo. “Me di cuenta de que tenía fuerza mental para conseguir lo que me propusiera”.

Se abrió entonces un capítulo más serio: el de los siete picos, las cimas más altas de cada continente. Siempre con su padre, y sin olvidar sus quehaceres en la secundaria y el bachillera­rto en el instituto, holló el Kilimanjar­o, el Elbruz y el Aconcagua. Lo recuerda con hechos importante­s en el crecimient­o. “En el de África tuve la revisión de los exámenes, en el

Elbruz (Europa) fue la graduación y en Sudamérica cumplí 18 años”.

Tocaba el Everest en la primavera de 2020 para lo que se tomó un año sabático antes de incorporar­se a la Universida­d. Pero llegó la pandemia y abortó el plan, aunque no distrajo el objetivo. Telefoneó a Nirmal Purja, el nepalí que ha completado con todo tipo de ayudas —helicópter­os entre campos base, cuerdas puestas...— los 14 ochomiles en 190 días, y consultó si tenía disponibil­idad para incluirla en alguna próxima expedición. El presupuest­o era disparatad­o y la acción se iba a desarrolla­r en otoño (luego se canceló) y sin su padre, lo que le obligaba a descartarl­o.

No obstante, Brownlee ya tenía inoculado el himalayism­o. Se entrenó en el K2, hasta el campo 1, y también en el Kanchenjun­ga. “Y fue la mejor experienci­a de mi vida”. Nirmal le animó a que intentase la colección que en España tiene seis miembros y que inauguró Juanito Oiarzabal, llamó a la Universida­d y dijo que no iba a acceder al centro. A sus padres les explicó sus deseos. “Como era tu sueño de toda la vida, el Everest te lo pagaremos. Pero el resto tendrás que trabajar o buscar patrocinad­ores”, respondier­on en su casa.

Con el grupo comercial de Nirmal empezó la cuenta: el 30 de mayo, una fecha tardía que evitó las aglomeraci­ones, coronó el Everest. “Y lloré de alegría”. Luego el Manaslu, el Dhaulagiri... Diez en año y medio, aunque los otros siete los ha hecho con la empresa Seven Summits Treks de Mingma Sherpa. “Contratas el campo base. Pero luego te llevas tu comida y todo lo demás hacia arriba”, revela la joven que va siempre acompañada del mismo porteador: Gelje Sherpa, 29 años, al que conoció en el K-2. “La media de la expedición son unos 25.000 dólares. El Everest fueron 40 y el Cho Oyu, unos 13.000”.

LOS PATROCINAD­ORES

Los patrocinad­ores (North Face, Gazing, Fulfil Nutrition, EY, Therm-ic, The Obesity Centre Brussels y Vallon) sufragan los gastos, más las charlas que da hablando del trabajo bajo presión.Uno de esos episodios difíciles aconteció en el Dhaulagiri. “Llegamos a la cumbre y me sentía como mareada. Le pregunté al sherpa si podía chequear que oxígeno me quedaba y me dijo que no me quedaba nada. No había bombonas suplementa­rias, ni podían llamar po radio. Cuando se te acaba el oxígeno, el cuerpo entra en pánico y no se sabe cómo te vas a adaptar. Eramos los últimos en la cumbre ese día. Me senté y pensé: “O bajas o te mueres”. Con mucha fuerza mental, descendimo­s hasta el campo 3 y había allí una botella de oxígeno. Tardamos 32 horas en alcanzar el base”.

Los tres que le faltan (GI, GII y Shisha Pangma) los pretende afrontar sin oxígeno el próximo verano y culminar un álbum que a veces es obsesivo. “Tienes que bajar a veces rápido porque sabes que en ocho horas te tienes que trasladar a otro campo base”. Siempre con la honestidad y el respeto a una actividad sagrada. “Veo gente que hace una cumbre para sacarse una foto y decir a sus amigas que estuvo allí. Yo no soy así”.

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Adriana Brownlee es una apasionada de la montaña desde que era cría.

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