Marca Andalucía

ERIC GARCÍA, EL MÁS GOLEADOR CON CARVAJAL

- J. MATA

El Girona ya se veía más cerca de Riad. Los de Míchel saboreaban el triunfo en Mendizorro­za pero Jon Guridi echó un jarro de agua helada sobre el segundo clasificad­o de Laliga EA Sports con un tanto en el minuto 99 que prendió el estadio vitoriano y que, además, deja al Barça con la opción de recuperar la segunda plaza de la tabla el lunes ante la Real.

El partido prometía ser bravo y no decepcionó desde el pitido inicial. De hecho, a los cuatro minutos ya se había cantado el primero, obra de Eric García en una de las especialid­ades del Girona este curso: el balón parado. El central cedido por el Barça anotó de cabeza su cuarta diana del curso. Lejos de amedrentar­se

El central cedido por el Barça siguió confirmand­o su gran curso marcando su cuarta diana, siendo así el defensa más goleador de Primera con los mismos que Dani Carvajal, que también lleva cuatro. tras el jarro de agua fría inicial, el Alavés comenzó a carburar en gran parte gracias a Giuliano Simeone, una bala por el carril zurdo que regaló el gol a Guridi antes del cuarto de hora. Mendizorro­za apretaba, los locales hacían sufrir de lo lindo a los de Míchel y Gazzaniga tuvo que ponerse el mono de trabajo para evitar los tantos de Javi López y Rafa Marín.

El segundo tanto albiazul llamaba a la puerta, pero Dovbyk, que llevaba sin comparecer más de media hora, dio la vuelta a la tortilla. Primero, con una asistencia que dejó solo a Savinho ante Owono, quien evitó el gol con el pie en el duelo con el punta. Luego, con un taconazo sublime en el área que mejoró sobremaner­a Yangel con un derechazo feroz a la escuadra. Otro chispazo y nueva ventaja.

Tras el paso por vestuarios, el equipo revelación del año pisó a fondo el acelerador y en Vitoria se empezó a canonizar a

Owono, que evitó en medio suspiro las dianas de Iván Martín y Dovbyk.

UN DESENLACE LOCO

El empuje local no daba más que para asomarse a cuentagota­s por el área de un Gazzaniga que vivía mucho más tranquilo. Mientras, Savinho se echó el equipo a sus espaldas e instauró el terror en la zaga cada vez que arrancaba la moto.

El ritmo del partido fue decayendo y los visitantes seguían dejando mayor sensación de peligro cada vez que tenían campo delante para salir en velocidad. El marcador apuntaba a no moverse más, pero los seis minutos de descuento y un tramo final algo bronco habían reservado un final de locura.

El colegiado, después de todos los parones, alargó aún más la prolongaci­ón. Y en la última jugada, con el portero en el área rival, un balón colgado al área del Girona lo recogió Guridi para desatar la euforia alavesista... y culé.

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