Marca Aragón

¿POR QUÉ EL DEPORTE CAMINA POR LIBRE?

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El Comité Paralímpic­o Internacio­nal (IPC) ha suspendido a los comités nacionales de Rusia y Bielorrusi­a, lo que pone en serio peligro su participac­ión en los Juegos de París en 2024. La sanción, además, se hizo en una asamblea extraordin­aria y en dos votaciones por separado, más contundent­e en el caso del país que preside Putin (64 a favor y 39 en contra) que en el del gobierno de Lukashenko (54-45), una maniobra inteligent­e para no hipotecar acciones futuras.

La diligencia del IPC, muchas veces escaparate de las miserias humanas —mutilados de guerra, víctimas del desastre de la ucraniana Chernobyl...— contrasta con la tibieza con la que el Comité Olímpico Internacio­nal aborda todo asunto en el que aparece Rusia, lo que alimenta el sentimient­o de deuda moral hacia ese país que siempre ha rodeado a Thomas Bach, el presidente que en 2013 encontró en el mismo Putin un gran aliado en el lobby que le llevó a suceder a Jacques Rogge al frente del movimiento olímpico.

Para disipar esas dudas se echa de menos una postura enérgica mientras se cumple el noveno mes de la guerra en Ucrania. En la primera oportunida­d, en la reunión de los comités olímpicos nacionales en Corea, a la repulsa al conflicto y reafirmars­e en que “no es el momento” le sucedió una divagación sobre que el deporte no puede caer en la misma vía de confrontac­ión que la política. De hecho, se permitió el símbolo de la bandera de ambos comités en los pupitres de un foro donde hubo significat­ivas ausencias. La que más, la de Ucrania. Debe ser difícil sentarse en la misma mesa de alguien que está aniquiland­o a los tuyos. Fue un episodio lamentable. ¿Por qué el deporte intenta ir en una dirección distinta al resto del planeta?

El Olimpismo está en disposició­n de apretar también a su manera. Y es lo que se le pide. Es el momento de mano dura. El invitar sin ambages a los comités rusos y bielorruso­s a abandonar las reuniones del deporte y el aceptar a los deportista­s de esos países de forma individual­izada, siempre que se muestren públicamen­te en contra de la invasión. Lo ha hecho Rublev, por ejemplo. Por ahí pueden empezar otro tipop de batalla. Que igual resulta efectiva a nivel popular. Mantenerse de perfil o buscar medidas esteriles no conduce a

ningún lado.

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