Y EMBOLO EN EL MÓNACO
Portugal sabe que tiene un problema.
Y DE REPENTE SHAQIRI
Tiene ya 31 años, juega en los Chicago Fire y nunca llegó a ser el elegido que parecía cuando era chaval. No lo fue. Pero Xherdan Shaqiri, sea o no porque ver una camiseta serbia delante le dispara la adrenalina, se marcó un partido extraordinario. Ni siquiera el despiste en la entrega que generó el segundo gol serbio pudo tapar el despliegue de fútbol del que nació en Gnjilane, en la antigua Yugoslavia y hoy Kosovo. Su cuerpo le da para poco más de una hora antes de que le sienten, ¡pero qué hora!
A un lado Embolo, dando una lección de cómo debe trabajar un delantero centro. Hizo un gol a puerta vacía, pero su repertorio de movimientos fue una clase magistral: por arriba, por abajo, descargando, asociándose, cayendo a la banda... Al otro lado, Mitrovic y Vlahovic. El primero dejó un gol de cabeza perfecto, para ponérselo a los chavales que quieran saber cómo se domina el juego aéreo. El de la Juve, tocado y apto para menos de una hora, demostró que lleva el gol en la sangre. Pero entre los tres, lo del 7 de Suiza fue de otro nivel. La pregunta es si el Mónaco no se le queda demasiado pequeño.
¡QUÉ PARTIDAZO!
El fútbol se elevó por encima de todo. Desde el primer minuto de partido, Serbia y Suiza ofrecieron un hermoso espectáculo. Como si hubiera oído las reflexiones de Luis Enrique, las dos decidieron lanzarse al ataque desde el inicio, divertir. A los 25 segundos, los suizos ya habían tenido tres remates para marcar. Lo que vino después fue una locura maravillosa. Tadic, Shaqiri, Embolo, Vlahovic, Kostic, Vargas, Mitrovic... Una ofensiva total en las dos partes del campo, sin un segundo de pausa. Un espectáculo para atrapar a quien dude de este deporte.
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AP
EFE