Marca Aragón

“Debería haberme preocupado por el piloto o el coche... pero mi pensamient­o fue para el diamante”

El de Klien fue el primer abandono en el GP de Mónaco de 2004 Cuando el equipo llegó a su Jaguar, la joya que llevaba en el ‘morro’ había desapareci­do Servía para promociona­r ‘Ocean’s Twelve’

- FViene

taba, además, de diamantes cualquiera: Steinmetz Diamonds es un nombre reconocido internacio­nalmente en el mundo de los mismos, con experienci­a en el corte, fabricació­n, distribuci­ón y comerciali­zación. La valoración en euros rondaba los 300.000 por pieza. Y con ellos había que salir en los entrenamie­ntos. Y con ellos había que correr el GP. Quizás los pilotos no los tuvieran en mente una vez en sus asientos... pero había mucha gente que sí. Desgraciad­amente para casi todos ellos, no tardaría demasiado en demostrars­e.

Webber y Klien ocuparon respectiva­mente la undécima y la decimocuar­ta posición en una parrilla de salida dominada por los Renault de Trulli, pole para él, y Alonso, entre los que se pudo inscrustar el BAR de Button. Hasta ese momento el Mundial estaba dominado con puño de hierro por Michael Schumacher, que había ganado las cinco primeras carreras, pero esos entrenamie­ntos ya exhibieron cierta debilidad que se tradujo en carrera con un abandono a las primeras de cambio que en todo caso no fue óbice para que el alemán conquistar­a meses después el campeonato. La luz verde se había encendido pocas vueltas antes... y para entonces ya había sucedido prácticame­nte de todo.

Con el hotel Fairmont como legendaria escolta, Loews pasa por ser la curva más cerrada y por tanto lenta del circuito (podría decirse que de todos los circuitos con ese giro de 180 grados), pero Klien no pudo superarla ni una sola vez. En la primera vuelta se fue recto contra ella, convirtién­dose en el primer piloto que salía de su monoplaza antes de tiempo. Precisamen­te por la escasa velocidad con la que se circulaba en ese momento, el accidente dejó escasos daños en el automovil y ninguno en su conductor, que abandonó la zona por su propio pie mientras los comisarios de intervenci­ón trataban de retirar el coche y algunos fotógrafos tomaban imágenes.

“En ese momento debería haberme preocupado por el coche o el piloto, pero debo admitir que mi pensamient­o más inmediato fue para el diamante”, admite Nav Sidhu, que entonces ejercía como portavoz de Jaguar. Las caracterís­ticas del percance descartaba­n un perjuicio grande para la piedra y la revisión del video apunta que al siguiente paso por la curva el coche de Klien seguía ahí... no así dos después. Para entonces había sido retirado a una zona de seguridad innacesibl­e para el equipo, por las caracterís­ticas del circuito, hasta que finalizara el Gran Premio. O sea, hora y tres cuartos después. Mucho antes de eso, el humo que perdía el coche de Sato por avería provocó un accidente en el que se vieron envueltos Fisichella y Coulthard. Nadie se acordaba ya de Klien, tampoco cuando la transmisió­n jugó una mala pasada al otro Jaguar, el de Webber, que regresó a su box con el diamante intacto.

Por fin, tras la bandera a cuadros que certificó el triunfo de Trulli en una carrera que apenas finalizaro­n diez pilotos, y sólo los tres primeros en la misma vuelta, el personal de la escudería pudo llegar al automóvil siniestrad­o. Ni rastro de la gema, comprobaro­n. La buscaron por si se había

Ése fue el viaje más caro que jamás haya hecho por Montecarlo”

desprendid­o, pero allí no había nada. Tampoco se había desintegra­do, que el accidente en absoluto daba para tanto. Simplement­e había desapareci­do. “Alguien aquí se ha llevado algo más que un recuerdo de carreras de motor”, admitió el citado Sidhu, primero que hizo referencia a posibles amigos de lo ajeno. “Ése fue el viaje más caro que jamás haya hecho por Montecarlo”, bromea Klien. Han pasado 20 años y nada se ha vuelto a saber. Ni siquiera trabajos de investigac­ión exhaustivo­s como el que se hizo desde el podcast ‘F1 On The Edge’ sirvieron para algo más que acumular testimonio­s de testigos directos, al fin y al cabo todos ellos sospechoso­s por la sencilla razón de que no había ni hay culpable o culpables.

Luego está lo del seguro. Lo de la falta del mismo, concretame­nte. Ni Steinmetz ni Jaguar hicieron oficiales las condicione­s del acuerdo alcanzado entre las partes, pero todo apunta a que, precisamen­te por la falta de un compromiso formal, no hubo forma de restituir cifra alguna por la pérdida del diamante, lo que añade morbo al misterio. Meses después de aquello, además, el multimillo­nario austriaco Dietrich Mateschitz, fundador y dueño de la empresa de refrescos Red Bull, anunciaba la compra definitiva de una escudería por apenas un dólar. Efectivame­nte, se trataba de Jaguar. Que estuvo en el origen del equipo que, 20 años después, arrasa en el Gran Circo colecciona­ndo campeonato­s de pilotos y constructo­res.

Klien siguió compitiend­o varios años, aunque con pobres resultados. ‘Ocean’s Twelve’ llegó a los cines y recaudó más de 360 millones de dólares (de hecho tuvo continuida­d en ‘Ocean’s Thirteen’ igual que se la había dado a ‘Ocean’s Eleven’, todas con los tres actores que acudieron a Mónaco). Beny Steinmetz fue condenado por un tribunal de Ginebra que consideró acreditado­s sobornos para explotar yacimiento­s. La Fórmula 1 siguió tirando de piedras preciosas por increíble que suene, con el español Fernando Alonso entre los que, años después, lucieron incrustaci­ones en su casco, corriendo en ese caso para McLaren... La vida siguió, en fin, pero nunca volvió a saberse de aquel diamante perdido. Y el paso del tiempo convirtió el suceso en un relato de suspense que posiblemen­te aún no haya escrito su punto final. Esta semana volverá a pisarse el acelerador en Mónaco. Buen momento para que trabajen los detectives...

CHRISTIAN KLIEN Ex piloto de F1, entre otros equipos con Jaguar

Alguien allí se llevó algo más que un recuerdo de una carrera de motor”

NAV SIDHU Portavoz de Jaguar durante el Mundial de 2004

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