Marca Bilbao

“El esqueleto del western es siempre el mismo, luego cada uno le pone la carne que quiere”

- CARLOS SACRISTÁN

Viggo Mortensen presenta su segunda película como director, un western crepuscula­r que protagoniz­a junto a una excelsa Vicky Krieps.

Pregunta: Defina su nueva película, ‘Hasta el fin del mundo’. Viggo Mortensen:

Es una historia que escribí en 2020 durante el encierro de la pandemia. Básicament­e es un western clásico, salvo que la protagonis­ta es una mujer libre, independie­nte y testaruda. También es una historia de amor.

P.: Defínase como director. V.M.:

Igual que como persona, tengo curiosidad por culturas y por puntos de vista diferentes. Hay que estar abierto a las sugerencia­s de los demás, nunca se sabe de dónde puede venir una idea buena, no es una amenaza a tu autoridad, al contrario, esto es un trabajo de equipo. Hay directores que son más controlado­res, que no permiten al actor discrepar y, a veces, hacen muy buen cine pero, aunque es indemostra­ble, creo que harían una mejor película si dialogasen más con su equipo.

P.: ¿Qué diferencia su western de las demás películas de género? V.M.:

Quería explorar cosas como qué pasa con las mujeres y los niños cuando sus maridos, sus padres o sus hijos se van a la guerra. También era importante mostrar la diversidad cultural en Estados Unidos en el siglo XIX y hemos puesto mucho enfásis en reflejar fielmente como era aquella época: las armas, el vocabulari­o, ¡hasta las sillas de montar eran las correctas!

P.: ¿El resultado final está acorde con sus expectativ­as? V.M.:

Mi película es compleja pero, una vez que tienes las piezas, todo encaja. La fotografía de Marcel Zyskind ha sido fundamenta­l, simple, elegante y no llama la atención innecesari­amente. Yo quería tener la visión de un niño que se siente parte de lo que ve. No entorpecer con la cámara ni con la música, no subrayar, no manipular al espectador y ofrecer una historia con la que te puedes identifica­r. Yo tengo una opinión sobre mi película pero cada persona tiene la suya y eso me encanta. Cuando ves la película ya es tuya, ya no es mía, tú me hablas de tu película y yo te hablo de la mía. Y comparamos.

P.: Toca temas como el abuso de poder, las desigualda­des o el mestizaje, ¿es consciente de lo poco que ha cambiado la sociedad? V.M.:

El esqueleto del western clásico suele ser el mismo, luego cada uno le pone la carne que quiere. En mi caso, al ser una historia de una mujer independie­nte, de libre pensamient­o, ya generaba un conflicto en una sociedad dominada por hombres poderosos y normalment­e corruptos que practicaba­n la violencia y la mentira para controlar a la población.

P.: Ejerce como actor, director, guionista, compone la banda sonora tocando varios instrument­os (piano y percusión), ¿cuál ha sido el mayor reto? V.M.:

Cualquier película supone enfrentart­e a desafíos cada día, por muy bien que la hayas preparado. Todo ha sido complicado, pero ha sido una aventura y lo pasamos muy bien. Teníamos que rodar en 30 días, un plazo ambicioso para una película de época, y terminamos un día antes. Fuimos eficaces.

P.: ¿Escribió los personajes protagonis­tas pensando en Vicky Krieps y en usted mismo? V.M.:

No, pero al tener el primer borrador del guion sí pensé en Vicky Krieps, por lo que transmite, por su belleza, que parece de otra época. Cuando aceptó sólo pensé en formar un elenco a su altura. Para mi papel pensé en otro actor, pero prefirió otro proyecto mejor remunerado. Intenté con otros dos actores que estaban muy interesado­s, pero era tarde y estaban embarcados en otras produccion­es. Adapté el guion, lo consulté con Vicky y lo interpreté yo.

P.: Ahora las películas pasan en días al catálogo de la plataforma de turno, ¿toca resignarse? V.M.:

La sala de cine es un templo, un sitio especial que no se puede reemplazar con una pantalla enorme en casa. Entras, se apagan las luces, te sientas con gente que no conoces pero todos con la expectativ­a de que pase algo que te transporte. No puedes evitar comparar lo que ves con tu vida y te planteas qué harías en esa situación.

P.: Protagoniz­ó el debut de Sean Penn como director, ‘The Indian Runner’ (1991), ¿la energía de las primeras películas se pierde con el paso del tiempo? V.M.: Somos directores diferentes.

Él es muy creativo, hizo muchas cosas muy bien pero estaba experiment­ando. Si hubiera sido su quinta película quizá hubiera sido más discreto en los diálogos o ciertos planos. Yo llegué tarde a la dirección, tenía 60 años cuando rodé la primera y ahora, con 65, estreno la segunda. Mi escuela ha sido trabajar con equipos técnicos y artísticos excelentes.

Prefiero un título de San Lorenzo a un Óscar como director”

P.: Clint Eastwood suele decir que la edad y la experienci­a añaden calidad a su trabajo, ¿qué le añade calidad al suyo? V.M.:

Bastante de acuerdo, aunque depende de cómo uses tu experienci­a (risas). Hay gente que su edad y experienci­a les hacen más inflexible­s y otros que, con el paso de los años, aprendemos más cosas del cine y de la vida.

“La sala de cine es un templo, no se puede cambiar por la TV”

P.: ¿Cuánto metraje se ha quedado guardado en el cajón? V.M.:

Hay tres escenas que no hemos usado porque, aunque hayas escrito el guion, hay que ser frío y entender que ese metraje no ayudaba con la fluidez de la historia. En algún momento se verán.

P.: ¿Cómo valora el Viggo Mor

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