MIS DOCE MUNDIALES
Tanto como el juego, preocupa la desnaturalización de un equipo que se hizo añicos en cuanto llegó el primer contratiempo.
Por estar hasta hemos estado eliminados. Todos pasamos miedo y pánico pero es hora de levantarse y pensar en Marruecos .
Luis Enrique, durante un momento del entrenamiento de ayer.
Un seleccionador no puede comprometerse a ganarlo todo porque eso es imposible. Seguro que Luis Enrique ha leído en los libros de estoicismo o ha escuchado en las charlas de motivación que tanto le gustan aquello de “promete sólo lo que puedas cumplir”. Evidentemente, nadie puede prometer que va a ganarlo todo. Pero lo que sí aseguró/prometió el seleccionador es que España jamás tendría miedo en el campo. Y España estuvo a punto de morir de pánico. Primero, de mal juego. Y luego, de terror. Dos parcelas perfectamente achacables al seleccionador pero también a los jugadores. Faltó liderazgo en la banda y también en el césped. El colapso fue general. El hecho de que Luis Enrique no supiera o no quisiese saber cómo iba el otro partido agudiza esa sensación de desquiciamiento. Un entrenador debe de tener toda la información posible. En este punto, Luis Enrique bordeó la negligencia profesional. Y es raro teniendo en cuenta que ve los entrenamientos desde un andamio.
¿EL LADO BUENO? ¿SEGURO?
Es admirable la capacidad para discernir de quienes piensan que España va por el lado bueno del cuadro. Los dos lados son malos. Sobre todo, porque España camina en círculos. Valorar si el partido de Marruecos es más asequible sin analizar lo de España ante Japón es incompleto. El fútbol nos ha dado una segunda oportunidad. Lo último que hace un renacido es echar cuentas o mirar el calendario. ●