NO ES SÓLO UNA MUÑECA BARBIE
Al igual que la triatleta paralímpica Susana Rodríguez, de niña me encantaba jugar con la Barbie. Era una de mis muñecas preferidas y con ella, como cualquier otra niña, jugaba a ser mayor y proyectar lo que me gustaría ser en el futuro. Mientras jugaba, no era consciente de que todas las Barbies de mi época eran iguales: rubias y blancas de piel.
En 2016, Mattel incorporó
nuevos cuerpos y diferentes colores de piel. Con los años, también nuevas profesiones (científica, pediatra, fotógrafa, violinista profesional, futbolista, chef, médico...). Más de 130.
“Tú puedes ser lo que quieras ser” es una frase que han atribuído a la muñeca en un mensaje de empoderamiento femenino. La antigua Barbie, que podría representar la banalización de la mujer con unas medidas perfectas, se ha convertido con el tiempo en una muñeca con la que las niñas pueden soñar en hacer algo grande. Y esto es importante cuando son las nuevas generaciones las que ven, a través de esta muñeca, el amplio abanico de posibilidades que tienen las mujeres hoy en día para elegir profesión.
Esta semana se ha presentado una colección que rinde homenaje a nueve deportistas que han roto barreras y que pretende animar a las niñas a
seguir practicando deporte. Y el mensaje es importante cuando acabamos de conocer un estudio que dice que el 70% de las niñas que cursan la ESO dejan de practicarlo.
En la nueva colección hay réplicas de deportistas de la talla de Serena Williams o Susana Rodríguez, campeona paralímpica, mundial y europea de triatlón y doctora. Es la primera española que tiene su réplica y, como ella, es albina y va vestida con su ropa de competición.
En su caso, no es sólo una Barbie. Es un ejemplo de cómo
educar en igualdad y favorecer la inclusión desde la infancia.
Es anteponer sus capacidades, que son muchas, a su discapacidad visual. ¿Quién no querría jugar a ser una deportista de éxito y además médico? Susana es un gran ejemplo para inspirar a las nuevas generaciones.
LA RÉPLICA DE SUSANA RODRÍGUEZ DEBE
INSPIRAR A LAS NUEVAS GENERACIONES
Cuando Xavi anunció que se iba, el avispero del Barça zumbaba a medio gas y pocos se lo creyeron. Por eso fue preguntado y repreguntado sobre su continuidad en cada rueda de prensa. Cuando fue confirmado en la cena del shushi y los amigotes, nadie creyó que seguiría. Toda una paradoja. Para entonces, el avispero del Barça sonaba como una filarmónica mal afinada. Nadie se ha creído en toda la temporada una palabra en Can Barça. Ni de Laporta ni de Xavi. La sensación de club fallido es permanente. Y ese sentimiento subirá un poco más si el sábado el Real Madrid hace lo todo el mundo cree que va a hacer.
La única certeza es que Hansi Flick está al caer. No porque Laporta haya sufrido un ataque futbolístico de germanofilia sino porque alguien tiene que entrenar al equipo. Y el único con un cierto cartel, un poco de paciencia y, qué diablos, bastante arrojo, es el técnico alemán. Él sabe que se va a sentar en un avispero porque ya se ha sentado antes en banquillos de alto riesgo como el del Bayern Múnich y la selección alemana, donde no se reparten precisa