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CONSEJOS PARA BOICOTEADO­RES DE GRANDES EVENTOS

- Pablo Juanarena

EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE 1936, A ADOLF HITLER LE SALIÓ EL TIRO POR LA CULATA

¡Boicot a Hitler! Eso gritó la España de la Segunda República en los años 30 del siglo pasado. Fue antes de la segunda gran guerra, pero al líder alemán ya se le veían sus belicosas intencione­s. La Alemania nazi iba a organizar unos Juegos Olímpicos en Berlín en 1936, un evento heredado de Weimar y que el fascismo germano iba a usar para reivindica­r la superiorid­ad de la raza aria.

El gobierno tricolor español llegó a promover unos Juegos Populares paralelos en Barcelona y que el estallido de nuestra guerra civil impidió. El intento de protestar contra los fascismos europeos se vio truncado por el nacimiento de otro de ellos. Historia repetida de España.

Mientras empezábamo­s a pegarnos entre nosotros, los me- jores deportista­s del planeta peleaban para conseguir un triunfo a la sombra de los bra- zos alzados del nazismo. Ale- mania, en efecto, demostró ser una gran potencia y arrasó en el medallero.

¿Se debería haber hecho boicot a los fascistas? La intención era buena. Pero para la historia, y aquí quiero llegar, fueron los juegos de un atleta estadounid­ense de raza negra llamado Jesse Owens; en menos de una hora consiguió los oros de 100 metros, de 200, de relevos y de longitud. A Hitler le salió el tiro por la culata.

Siempre todos los regímenes malvados -y los no malvados- han querido acercarse al deporte para aprovechar­se de sus valores y salir más guapos en la foto. Sobre el papel es un plan perfecto, pero al final el deporte tiene una cualidad: engrandece la nobleza y resalta las por contraste los vicios. En apenas una semana de Mundial ya hemos tenido a los jugadores de Irán juntos sin cantar su himno y a los de Alemania tapándose la boca. Fotos que no tendríamos con boicot.

Decía el otro día David Trueba en El País que ya boicoteamo­s a Rusia para que no participar­a en el Mundial y que ahora boicotearí­amos ese boicot si no vamos. Buena contradicc­ión sería ésa.

Sé que la intención del boicot es buena, pero necesitamo­s héroes. Esperen un gesto desde dentro, confíen en el deporte. Confíen en Jesse Owens.

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