Empate gigante FLICK SACÓ LA PIZARRA
El gol de Morata no desbarata a Alemania, que iguala al final con Füllkrug • El plan de Flick desactiva el centro del campo español
Ante Alemania se necesitan héroes. Está en los fascículos de la historia del fútbol. Lo fueron Maceda, Fernando Torres y Puyol. España lo encontró temporalmente en la punta de la bota de Morata. No fue definitivo. Los alemanes, una roca de la competición, sacaron el carnet de gran rival. Así se debe entender el empate, un salvoconducto para llegar a la última estación de Japón con la opción de ser líderes. Ni todos los rivales son Costa Rica ni todos son Alemania, un gigante que hizo sufrir a España.
En un soplido se pasó de la bacanal de la pura vida, la exhibición de recreo ante Costa Rica, al puro fútbol, a la Alemania de las cuatro estrellas, la que siempre tiene un Müller, el apellido del miedo, y un portero que atrapa el balón como si fuera un aceituna, ya sea Maier, Illgner, Kahn o Neuer. Se vio rápido que había un rival con un himno y tibias de campeón.
Con ese adversario el fútbol se convierte en una prueba de licenciatura. El partido se le hizo largo a España, a la que si algo no le sobran son años en la hierba, sometida al final, cuando la nuez estaba del revés.
Con dos entrenadores fanáticos del toque y la presión, no había arietes puros en el césped de inicio. Cuando tiraron del banquillo llegaron los goles. Morata y Füllkrug rompieron el marcador. Los cambios de Flick, con un Sané de vértigo, fuera de los radares españoles, revolucionaron a su selección.
Flick, el general del Bayern en el 2-8 al Barça, se sabía el código de barras del juego español. Busquets tenía un centinela a su lado, Gündogan; de Pedri se encargaba Kimmich, una lucha de modistos de alta costura del balón, y Gavi debía medir su arrojo con Goretzka, un socio del fútbol muscular. En esa asamblea de centrocampistas parecía decidirse la cena. Sin embargo, fue en el área donde se dieron los bocados que movieron el acta.
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