Marca Galicia-Asturias

INCANSABLE DANI OLMO

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El primer susto lo dio Dani Olmo, un futbolista que centrifuga la hierba del rival, que chutó como un alemán para doblar la muñeca de Neuer antes de tocar el larguero. Fue una chispa en un partido que empezaba a disputarse en un tatami. Cada pulgada había que ganársela.

En esa congregaci­ón de tendones aparecía Musiala, un bailarín con el balón. La joya del Bayern encontraba una facilidad pasmosa para eliminar muslos rivales. Menos elegante, pero más voraz, fue una galgada de Thomas Müller que agujereó la defensa española.

Peor fue el túnel que encontró Rüdiger en una falta lanzada por Kimmich que cabeceó a la red sin oposición. Por fortuna, la NASA arbitral encontró un fuera de juego que supo a barra libre en una fiesta.

Dentro de un partido grande, con barredoras por todos los huecos, España encontraba una mina en la banda izquierda, la de Dani Olmo, más presente que Asensio y Ferran Torres. El interior del Leipzig fue la mejor baza ofensiva española hasta que la botella de oxígeno se le acabó.

En ese reino de la disputa, el balón dividido y la potencia no había nadie cómodo en el césped. En ese planeta no existe el clima ideal para que Pedri, Busquets y Gavi brillaran como otros días. El aroma de encuentro de Primera división mundial recorría Qatar.

Fiel al estilo impuesto desde la banca, Unai Simón desafiaba a los almacenes de desfibrila­dores en el inicio con el pie de las jugadas. En una de esas el balón se balanceó por la frontal del área hasta llegar a Kimmich. El meta respondió con una gran parada. Fue el aperitivo antes del movimiento de ajedrez que cambió el patio, la entrada de Morata por Ferran Torres.

El delantero, aupado con el lema del selecciona­dor: Morata y diez más, sacó petróleo de la milésima, la suficiente para entender el pase de Jordi Alba y birlarle el cinturón a Süle antes de colocar el exterior del pie sobre el balón y tronchar la estirada de Neuer.

Era una jugada para probar el aparato digestivo de cada selección. En la montaña rusa del partido Musiala comprobó de nuevo la pericia de Unai Simón.

El gol de Morata no adormiló a Alemania. Al contrario, le entró hambre y empezó a montar un residencia­l cerca del área española. Luis Enrique envió a Nico Williams para matar a la contra. Los cambios no mejoraron a España cuando el escenario se encontraba en llamas.

SANÉ REVOLUCION­A TODO

En el otro lado, Sané empezó con el periscopio y Füllkrug, el refresco que entró por Müller, embocó con la derecha por alto. Comenzaba un partido nuevo a falta de ocho minutos.

Sané, baja en el primer partido por lesión, se vistió de diablo por todo el territorio español. Participó en el gol, amagó con otro y fue un saco de cianuro. Alemania desactivó a España en esa última recta del partido. El gol rondó a Unai Simón.

Hace una semana se habría firmado esta situación. El grupo de Luis Enrique no perdió la cara en un partido para héroes. El empate fue de gigantes. Un rival de cuatro estrellas mostró lo que es un Mundial.

SE VIO RÁPIDO QUE HABÍA UN RIVAL CON HIMNO Y TIBIAS DE CAMPEÓN

 ?? AP ?? TOQUE CELESTIAL DE MORATA Momento en el que el remate de Morata ante Süle supera a Neuer para abrir la cuenta del partido de ayer.
AP TOQUE CELESTIAL DE MORATA Momento en el que el remate de Morata ante Süle supera a Neuer para abrir la cuenta del partido de ayer.

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