MIS DOCE MUNDIALES
Países Bajos y Argentina cumplieron con su papel de favoritos y siguen adelante. Veremos si Senegal y Polonia rompen los pronósticos
La selección tendrá el apoyo de todo el país, el calor de casi cinco mil en la grada y también el apoyo institucional.
Los jugadores de Países Bajos festejan su pase ante Estados Unidos.
La trepidante tercera jornada en la fase de grupos ha sido, por ahora, lo mejor del Mundial. Los partidos, en coincidencia de horarios, con alternativas y clasificaciones abiertas, dotaron a la competición de una emoción inusitada. A ello colaboraron las llamadas selecciones menores, que no lo son tanto cuando en un torneo se mezcla el factor deportivo con el plus del orgullo nacional. De otro modo no se explica la magia y la atracción del fútbol de selecciones y las sorpresas de ver a equipos impensables en octavos de final. Es una buena lección, por cierto, para todos aquellos que buscan confeccionar torneos elitistas, en los que parece que estorba todo aquello que no huela a fútbol aristocrático, como la irritante Superliga. La FIFA ha tomado nota de ello y se está replanteando el sistema de competición del próximo Mundial para no perder lo que nos ha dado éste: un todos contra todos apasionante, sin exclusiones.
TODO EN SU SITIO
Ocurre que incluso en el fútbol acaba imperando la lógica en algún momento. El zorro Van Gaal no se dejó sorprender por Estados Unidos y les tendió una trampa del minuto uno al noventa. Les hizo creerse un equipo ofensivo y los mató con un fútbol contracutural para lo que siempre fue Países Bajos. En el otro duelo, Messi festejó sus mil partidos profesionales con su gol de toda la vida pero Argentina dejó con un hilo de vida a Australia y acabó pasando un sofoco. Veremos si la lógica continúa hoy o si Senegal y Polonia hacen trizas los pronósticos.