Por si quedaba la duda...
EL ATLÉTICO SE DESPIDE DE SU GENTE CON UN DISPARATE Osasuna se adueña del último encuentro del curso en el Metropolitano, tras doblete de Raúl García, para confirmar la peor clasificación rojiblanca con Simeone y a 38 jornadas
Raúl García por aquí, Raúl García por allá. Nombre y apellido que tanto suponen para el Atlético... pero que también luce el punta de Osasuna que esta vez se adueñó del Metropolitano con un doblete que, por otra parte, convierte al Girona en el primer equipo que, sin ser Real Madrid o Barça, supera a la escuadra de Simeone en una Liga completa. Y ese dato, que se utilizará para matar al Cholo, especialmente tras el bochorno despachado, parece sin embargo una demostración de la barbaridad que había hecho durante más de una década... perdiendo piezas por el camino.
No deja de resultar curioso que un homenaje al preparador físico diera paso a un partido perezoso. Entre el ambiente de jarana y que de por sí es equipo dado a conformarse con un mínimo exigible, léase cuarto puesto, el Atlético pareció tomarse a chufla la despedida del Metropolitano por lo que al presente curso respecta. A los diez minutos Osasuna coleccionaba saques de esquina, poco después lamentaba que a la salida de otro el cabezazo de Torró topara... en Raúl García. Poco tardaría el punta, sin embargo, en hacer el quite del perdón. El primero de ellos, en realidad.
A Llorente no le apeteció pelear por arriba con Catena la pelota rechazada a la salida de una falta lateral, otra vez balón parado. A Savic o Griezmann no les apeteció tirar la línea que dejara a los rivales en posición antirreglamentaria. Al Atlético en general, vaya usted a saber quién sería el responsable concreto, no le apeteció encimar al citado Raúl García, al fin y al cabo referencia ofensiva. La galbana general del equipo rojiblanco, versión extendida en esa jugada, aplicable desde el arranque, se tradujo por fin en gol.
Fue entonces, a la fuerza ahorcan, cuando el Atlético puso en marcha la jornada laboral. Primero la grada encontró destinatario para sus iras en la curiosa figura de González Fuertes, que siempre parece pitar de oídas. Después Lino estrelló en el poste una virguería. Casi inmediatamente Griezmann echó fuera una asistencia de Llorente que debió echar dentro. El arreón no dio para el empate y aún pudo ser peor en clave local, que Aimar fue otro de los que tocó madera en el epílogo del primer acto. Había comparecido por el lesionado Rubén García, conste en acta. La actitud defensiva local no era actitud ni era defensiva.
PARA COLMO, VERMEEREN
Osasuna siguió a lo suyo tras la reanudación. Y si la tuvo Llorente de salida, enseguida respondieron Raúl García, para topar con Oblak, y Oroz, para ampliar ventaja en acción que de no haber acabado en gol hubiera acabado en penalti por mano evidente de Azpilicueta. De repente marcó en acción de tiralíneas Morata, que había aparecido por un Paulista desafortunadísimo con la rojiblanca, y de repente Simeone hizo cambios como si no costara, hasta tres que añadir al del ariete. Enseguida, sin embargo, llegó una nueva misiva visitante: espectacular Areso por la derecha ante la dimisión de Riquelme, mortífero Raúl García en la resolución.
Y se acabó, aunque el reloj insistiera en que había media hora por jugar. O eso parecía, que a última hora aún hizo diana Torró, constatando por el camino que Arrasate no se marcha de Pamplona sin haber ganado a un Atlético que, puesto a estropear, estropeó incluso en el postre el festín que se había dado este curso en el Metropolitano. Que fuera con su equipo hecho unos zorros cuando apareció por fin el defenestrado Vermeeren eleva el grado del dislate. En el adiós del Profe hubo pésimos estudiantes, los suyos, pero hubo lección: la de Osasuna.