CASEMIRO, DECISIVO
Decididamente, estamos en esa fase del Mundial en la que nadie se come a nadie. O, visto desde otro prisma, cualquiera puede devorar al otro. Se esperaba que Brasil diera continuidad a ese rato exuberante del primer día frente a Serbia y tumbara a Suiza con autoridad. No estaba Neymar pero tienen a Vinicius, que actúa muchas veces como acelerador del equipo. Al final, la metió Casemiro, de chanfle. No fue una victoria ni difícil ni fácil. Y, sobre todo, no fue una victoria sobrada. Aquí no se va a pasear nadie. Poner en un escalón superior a Brasil o a Francia, después de lo visto, obedece más a una cuestión de etiquetado que de realidad. Han ganado bien sus partidos pero han tenido que sudar como los demás. Suiza hizo pasar un mal rato a un rival que tardó en encontrar buenas sensaciones. Estaría bueno que no las encontrase en noventa y tantos minutos con los jugadorazos que tiene.
MATINAL DE LOCOS
El turno de mañana parecía un cuadrangular de verano, con selecciones de segunda fila pero que depararon una matinal entretenidísima de goles, alternativas y remontadas. Fútbol sin control, agradecido para el espectador. Cerró la jornada Cristiano Ronaldo, con su gol por un pelo, cuya autoría no le concedió la FIFA. De no estar allí y haber hecho el movimiento, el portero habría sacado el balón tranquilamente. Así que el gol, aunque sea fantasma, fue de Cristiano. Portugal fue superior a Uruguay, que tardó en activarse y rozó el empate más por corazón que por buen juego.
El gol de Vinicius no subió al marcador pero su
primera reacción no fue el baile de siempre en la celebración si no una especie de mímica. Luego, llegó la decepción por un fuera de juego que no era suyo.