A Mateu Lahoz se lo pusieron bastante fácil
COLEGIADO Impartió justicia sin problemas y mostró tres tarjetas
EL FÚTBOL VOLVIÓ A ESTAR POR ENCIMA DE LAS RENCILLAS POLÍTICAS
El sorteo del 1 de abril volvió a ser caprichoso 24 años después: Irán y Estados Unidos quedaron encuadrados en el mismo grupo, como en Francia 1998. Lo que pocos podríamos prever es que este Irán - Estados Unidos, a diferencia de aquel, iba a tener en juego una plaza en octavos. Dos de las más grandes potencias nucleares del mundo se midieron con sus eternas rencillas políticas como trasfondo y, como hace 24 años, el fútbol volvió a estar por encima de las diferencias ideológicas. Es deporte.
Los seguidores persas y estadounidenses volvieron a dar ejemplo al mundo en un acto de hermandad alrededor del balón. Antes de entrar al espectacular estadio, las aficiones de ambos países se juntaron en las afueras del edificio para llevar alegría a las gradas. Ahí nos encontramos la historia de Reza, iraní casado con una colombiana y que nos dio “permiso”, en perfecto castellano, para pitar el himno iraní: “Debes silbarlo. Ese himno representa al gobierno de Irán, no a su pueblo”. Le comentamos que no queremos pitar ningún himno y nos reitera: “No es por nosotros, es por nuestras mujeres”. Da que pensar.
Entre cánticos de “Irán, Irán” y el hollywoodiense “USA, USA”, el Al Thumama se fue llenando para albergar las ilusiones de las más de 40.000 personas que vieron un nuevo ‘partido por la paz’. Fue el caso de Amir, nacido en Irán pero que ha crecido en los Estados Unidos hasta llegar a ser cardiólogo.
Amir se declaró “ilusionado” con la posibilidad de alcanzar los octavos y reconoció que este Irán-EE.UU. fue algo más que un choque: “Es el partido de soccer de mi vida”. En su mejilla derecha, la bandera de Irán; en la izquierda, las barras y estrellas de Estados Unidos. El encuentro y la clasificación fue para Estados Unidos ante la decepción iraní. Ni un incidente. El fútbol, una vez más, fue el gran triunfador de otra noche para la historia.
Hay que aplaudir a los jugadores de los dos equipos, especialmente a los de Irán ya que no debe ser nada fácil abstraerse de todo lo que acontece en su casa con ellos en la distancia. Si hubo algo más de tensión al final fue por lo mucho que estaba en juego en el choque, el pase a los octavos. Las dos selecciones se dedicaron a jugar y Mateu Lahoz impartió justicia sin problemas. De hecho, el colegiado español únicamente tuvo que mostrar tres cartulinas amarillas en todo el encuentro, una a Estados Unidos (Adams) y dos a Irán (Hosseini y Jalali).
Mucho peor que Estados Unidos e Irán, desde luego, se llevaban el Real Madrid de Mourinho y el Barcelona de Guardiola. No hubo nada destacable en este sentido. Ni un mal gesto, ni un pique, casi ninguna entrada fea, y las que hubo sin mala intención por parte de uno u otro equipo. Pese a lo mucho que había en juego, el arbitraje fue plácido.