LA ILUSIÓN COLECTIVA DE TODO UN PAÍS
Comprendan que hoy es uno de esos días cargados de ilusión en la historia de mi país, Marruecos. Hasta la fecha hemos disfrutado de grandes éxitos deportivos individuales desde que mis compatriotas Nawal El Moutawakel y Said Aouita, también atletas, ganasen los primeros oros olímpicos de nuestra historia en 1984, pero no se había dado una posibilidad tan grande de celebrar algo colectivo como el objetivo que esta selección tiene por delante en este Mundial. Es una selección con alma, que se identifica por su fe con los valores más grandes del país, que gracias a la aventura y la ambición de muchos de estos jugadores ha adquirido en Europa la experiencia necesaria para saber competir en un desafío del nivel de un Mundial. Diecinueve de ellos lo hacen repartidos por España, Francia, Inglaterra y Turquía. Es innegable que España tiene un
combinado muy potente. Son jóvenes y muchos de ellos juegan en los cinco equipos más fuertes del mundo, incluídos mi Real Madrid. No obstante, la selección marroquí ha mostrado una enorme fortaleza durante la primera fase y ha dominado lo que podría denominarse el Grupo de la muerte por su igualdad, pues estaba la subcampeona del mundo (Croacia), la tercera en Rusia 2018 (Bélgica) y una de las selecciones que los analistas apuntaban como la revelación. Los chicos se están dejando las entrañas en cada partido y como a España se le adjudica el cartel de favorito, no tienen nada que perder. Precisamente ese rol es algo que Marruecos puede usar a su favor.
España es la campeona del Mundo de 2010 y la séptima del ránking FIFA y eso les va a suponer jugar con una dosis de presión extra. Nuestra ventaja será saltar a la cancha con 12 jugadores, pues nuestros aficionados aguantan al lado de su equipo desde el inicio de la Copa del Mundo. Aunque adore a la selección española, aunque tengo grandes amigos allí como Fermín Cacho, Reyes Estévez o Miguel Ángel Mostaza, hoy espero una victoria de Marruecos.