Marca País Vasco

De escapar de un atraco a ser MVP

RICHARLISO­N, UN HÉROE HECHO A SÍ MISMO Pudo haber perdido la vida en un robo • A los 11 años ya empezó a trabajar • El balón, su salvador

- MARIO CORTEGANA

Cuentan de Richarliso­n, en tono cariñoso, que está loco. Y lo cierto es que se encuentran fácil argumentos fuera y dentro del césped, para lo que no hay que irse muy atrás, vale esta misma semana. Con el micrófono, en pocos días ha insultado ante los medios a un periodista por criticar a Neymar y soltado en una entrevista que desea, al retirarse, irse a una isla llena de mujeres para emular la viral foto de Ronaldinho.

Ese descontrol verbal lo traslada al campo. Encabeza cada presión con una fe en ocasiones extraña, no rehúye ningún duelo e intenta lo imposible. Son comportami­entos que ayudan a comprender por qué, de entre todas las estrellas que ha reunido Brasil, el delantero fue el nombre propio en la noche del estreno.

Porque el debut de Richarliso­n en una Copa del Mundo fue perfecto, autor de los dos goles del triunfo de la Canarinha ante Serbia. Se llevó el MVP por inteligent­e y por acróbata. En el 1-0 anduvo más rápido que el resto, recogiendo a un metro de la portería una pelota rechazada por Milinkovic-Savic. El 2-0 ha dado la vuelta al universo porque es, nadie lo discute, el gol del Mundial. Se cocinó desde el 72:46, cuando Neymar conectó en la izquierda con Vinicius.

LA LUCHA DESDE LOS 7 AÑOS

El balón, su salvador. Porque de no ser por una pelota Richarliso­n podría haber perdido la vida en un atraco. Aquel fue el episodio más crítico de una infancia durísima, sacudida por el divorcio de sus padres con siete años. Su padre, con problemas de dinero y depresión, se marchó a trabajar a Minas Gerais. El pequeño Richarliso­n vivió en Nova Venécia con su madre, dos hermanos y dos hermanas en muy poco espacio, teniendo que trabajar desde los 11 años: vendió helados, lavó coches y ayudó a su abuelo en la granja. La familia se preocupó por algunas de sus compañías, en una zona donde las drogas, las armas y las bolsas de dinero eran el día a día.

Hasta que una tarde, volviendo con un amigo de un partido, le atracaron. Con un arma apuntándol­e, Richarliso­n juró que no hacían nada malo y enseñó el balón. Eso les liberó y a él le abrió aún más los ojos, como los rechazos en diferentes academias hasta firmar su primer contrato.

Nunca se rindió, y por eso debutó con Brasil. “Sentí que había llegado a otro planeta. Llevé el 9 en los dos primeros partidos y sentí que esa camiseta pesaba el doble”, dijo en The Players Tribune. Hoy es indiscutib­le. Tite confía ciegamente en él. ●

Llevé el 9 en dos partidos y sentí que la camiseta pesaba el doble”

RICHARLISO­N INTERNACIO­NAL CON BRASIL

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AP Richarliso­n (25) celebra uno de los dos goles que marcó contra Serbia.
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