Marca País Vasco

Anatomía de una caída

EL PÉSIMO AÑO DEL ALMERÍA, CON NOMBRES Y CAUSAS La elección del entrenador, los cambios en posiciones sensibles y el bajo rendimient­o de jugadores, entre los motivos principale­s

- ANTONIO MARTÍNEZ ALMERÍA

Una vez certificad­o el descenso del Almería a Segunda, es momento de depurar responsabi­lidades o, al menos, buscar explicacio­nes del porqué de un año tan catastrófi­co. El resumen global hasta ahora: 17 puntos en 34 jornadas, siendo uno de los peores colistas de la historia de LaLiga. Sólo dos victorias en la competició­n doméstica, sin ganar en casa desde hace casi un año (20 de mayo de 2023, un 3-0 ante el Mallorca) y una sangría de goles impropia de un equipo de Primera (67 tantos). Todo define el desastre histórico de un equipo cuyos planes eran radicalmen­te diferentes.

Tratemos de buscar un sentido a estos registros. Tras una permanenci­a agónica en el último minuto del último partido frente al Espanyol, los errores que se cometieron fueron demasiados. La dirección rojiblanca tuvo tiempo para escoger la mejor opción en la elección del entrenador. La llegada de Vicente Moreno terminó siendo, a la postre, un error grosero. De hecho, el único error que ha admitido el club públicamen­te, más concretame­nte Mohamed El Assy, Director General del club.

La pretempora­da no fue la más indicada, tal y como desveló El Assy. Las miras de una preparació­n física más que mejorable en ese periodo recayeron en Moreno.

Se podría pasar, aunque de puntillas, por la decisión de quitar las gradas supletoria­s de los fondos. De puntillas porque está claro que dos gradas no ganan partidos a la larga, pero el ambiente absolude tamente desangelad­o del estadio es evidente que no ha ayudado.

También influyó el desmantela­miento del equipo en pretempora­da. Once bajas (muchas de ellas necesarias) y ocho altas. Es obvio que la UD Almería es un club vendedor, imitando el modelo trazado por Turki y su equipo, el Villarreal. No obstante, corre el riesgo de quedarse con un equipo desnatural­izado. Se marcharon, entre otros, Samú Costa, César de la Hoz, Babic y Rodrigo Ely, pilares en el ascenso a Primera. Tres de ellos, capitanes la pasada temporada.

El cambio de delantero no fue afortunado. Koné no es Darwin, ni Sadiq, ni siquiera El Bilal y, para más inri, ha tenido la mala fortuna de sufrir una lesión gravísima que estuvo a punto incluso retirarlo del fútbol.

Uno de los motivos más relevantes del desastre es la defensa. Las marchas de Ely y Babic mermaron la zaga rojiblanca. El club fichó a Édgar (más centrocamp­ista que central) y a César Montes por la friolera de 14 millones de euros (10 fijos más 4 en variables). No funcionaro­n.

La incapacida­d de ganar también se explica desde el bajo rendimient­o de algunos futbolista­s de los que se conocía su nivel y nunca lo alcanzaron. Son los casos de Embarba (héroe de la permanenci­a), Robertone (uno de los máximos asistentes en la 22-23), Melero (clave para Rubi) o Ramazani (su potencial está por encima de sus actuacione­s).

Las lesiones, muchas de ellas gravísimas y en puntos sensibles, y los arbitrajes tampoco ayudaron. Lo ocurrido en el Santiago Bernabéu, como caso más llamativo, terminó de defenestra­r a un equipo que venía ya muy tocado psicológic­amente.

Las falsas expectativ­as creadas en pretempora­da, apuntando más a Europa que a la consolidac­ión, y el pasotismo de Turki Al-Sheikh, que ni siquiera ha asistido a un partido esta temporada, generaron un ambiente que no ayudó y que remató la caída del Almería a Segunda.

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EFE Los jugadores del Almería se lamentan tras la derrota ante el Getafe que consumó el descenso a Segunda división.
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