ALBER ELBAZ

PARA LANVIN

Siempre femeninas y románticas, las creaciones de este diseñador, formado al lado de Yves Saint Laurent, transmiten una fuerza inusual. Para la próxima temporada, el vestido sigue siendo la estrella de sus propuestas, que se dirigen a una mujer fuerte y segura de sí misma a pesar de las contradicciones que rigen su vida. De entre todas sus propuestas para la primavera/verano 2012, se ha quedado con este vestido. ¿Por qué es su pieza favorita? Al ver a Aymeline con el vestido, de repente, ya no me fijé en el vestido, sino en la chica. Desaparecieron los 25 metros de tul, sólo la veía a ella, su belleza. Para mí eso es lo más importante, esa magia que eleva a la mujer. No se hace un vestido por el vestido, sino para embellecer a la mujer. Además, esta pieza es en sí misma una paradoja: resulta ligera, pero al mismo tiempo está totalmente estructurada. Tiene los hombros marcados, pero sin hombreras, sólo con el trabajo del tejido cosido a una cuerda que rodea el cuello. Todo el peso del vestido recae en los hombros y en ese fino cordel.

¿Cuál ha sido su inspiración para la colección? En una expresión: «hell’s angels». No visto a mujeres poderosas, sino a mujeres fuertes. Se me ocurrió la idea de las alas porque dan libertad, y la libertad es la fuerza. Hay también cierta relación con el infierno, que ha derivado en todos los accesorios con forma de serpiente y alas de diamantes. Esa contraposición, para mí, es la vida misma.

¿Qué es para usted el estilo en una mujer? El estilo es la única cosa que no se puede comprar. No puede encontrarse en una shopping bag, en una etiqueta o en un precio. Es algo que se refleja desde nuestro interior y se muestra en el exterior. Es una emoción.