FAVELAS DE COLORES
QUIEN ABRE SU PUERTA A LOS NIÑOS ES BIENVENIDO, DICE UNA REGLA NO ESCRITA DE LAS FAVELAS DE RÍO. LA FOTÓGRAFA IRIS DELLA ROCA LES PROPUSO SER MODELOS POR UN DÍA PARA SU PROYECTO SOLIDARIO.
Un modo barato de conseguir una casa con vistas al mar en Río de Janeiro es mudarse a una favela. No hay lujos, hay que seguir ciertas reglas y hay que estar dispuesto a convivir con la miseria y la violencia, pero las vistas y los colores son insuperables. Eso hizo la fotógrafa Iris Della Roca ( 25 años). Después de comprobar que su presupuesto no se ajustaba a las exigencias inmobiliarias de la ciudad se mudó a una de las favelas más grandes de Río de Janeiro, Rocinha, y allí decidió vivir al menos la mitad del año. Cuando llegó no conocía a ninguno de sus vecinos, pero un par de semanas después tenía su pequeña habitación llena de niños que entraban y salían, y la llamaban por su nombre. Iris fue favorecida por una de las reglas no escritas de la favela Rocinha: quien abre la puerta de su casa a los niños es bienvenido. «En este lugar hay reglas de convivencia. No es peligroso si respetas sus leyes. No hay que llamar a la Policía, ellos tienen sus jerarquías establecidas, y hacerse amigo de los niños es una llave que abre muchas puertas», asegura la fotógrafa en una entrevista realizada en París. Los niños que encontró Iris en la favela Rocinha eran alegres y estaban repletos de energía e imaginación, pero vivían derrotados por su condición de marginados. «Estuve pensando mucho tiempo hasta que descubrí que necesitaban que alguien o algo les hiciera sentir afortunados y poderosos. Muchos de estos niños sienten una especie de fatalidad por haber nacido pobres y haber vivido desde siempre en una favela. Tenía que encontrar una fórmula para subir su autoestima, y se me ocurrió convertirlos en supermodelos por un día.» El objetivo de la fotógrafa es que dejaran de verse y ser vistos como víctimas. «¡Vamos a producir una revista de moda entre todos. Desde el principio hasta el final!», le propuso Iris a los niños. Ellos aceptaron a la primera.
FANTASÍA Y CREATIVIDAD
En busca del dinero y los recursos para poner en marcha su proyecto, Iris se puso en contacto con la asociación Cambia un Arma por un Pincel, fundada por el artista plástico Tío Lino, que también creció en la favela Rocinha y hoy es un líder de la comunidad. Con su beneplácito ya nada podría detener la revista de moda hecha por y para los niños. La habitación de Iris se convirtió en un taller de costura de donde salían trajes de sirena y vestidos de tul. Un diseñador brasileño la ayudó a crear los zapatos y algunas piezas. Fueron los niños quienes escogieron sus outfits, se probaban tocados y gafas de sol, y discutieron sobre las localizaciones de los posados. «Enseguida se lo tomaron muy en serio. Con adultos hubiera sido muy difícil conseguirlo porque tienen menos fantasía y les cuesta mucho evadirse de su realidad.» Pero los niños estaban dispuestos a soñar
«FUERON LOS NIÑOS LOS QUE ESCOGIERON
SUS OUTFITS, SE PROBARON TOCADOS Y GAFAS DE SOL, Y DISCUTIERON SOBRE LAS LOCALIZACIONES
DE LOS POSADOS.»
para salir de su entorno inmediato cuanto antes. Iris recuerda a una niña que posó con un tocado de flores color nude. « Ha sido una de las modelos más estilosas y arrogantes que he tenido delante de mi lente», recuerda la fotógrafa.
MODA COMPROMETIDA
De París se trajo parte de los conjuntos que usaron los niños, el resto lo compró en tiendas de Río. Fueron los pequeños quienes completaron el estilismo y ella prácticamente se dedicó a apretar el obturador. Nos lo cuenta en medio de la exposición de sus fotos en La Vallée Village, en París, con el nombre «Puisque le roi n’est pas humble, q l’humble soit roit» («Dado que el rey no es humilde, que el humilde sea rey»). La revista confeccionada por ella y los niños se vende a dos euros en la galería. El dinero recaudado irá íntegramente a la asociación de Tío Lino. «Cuando abres una revista de moda en Brasil, todas las modelos son rubias y tienen grandes ojos azules, no hay manera de reconocer la mezcla de razas de ese país en las producciones de moda», cuenta Iris, que agrega: «Compré muchas revistas de moda y me las llevé a la favela, creo que era la primera vez que veían algo parecido, y les dije a los niños: “Esto es lo que vamos a hacer, vamos a posar como estas chicas, vamos a confeccionar vestidos como éstos, nos vamos a maquillar”. Los chicos se entusiasmaron inmediatamente».
INOCENTE NATURALIDAD
La prensa ha calificado sus fotos como «honestas», sin ese toque de artificio poco creíble que suelen tener los reportajes de moda que se hacen en las favelas brasileñas. «Estos niños son de allí, y eso se nota, están posando en su entorno natural», dice la fotógrafa. Para Iris, esta exposición representa más que un proyecto artístico, «es una aventura humana. Es la venganza de estos chicos contra su condición social. Al aceptarse y reconocerse a sí mismos como auténticos modelos, mis pequeños amigos han conseguido que sus fotos sean expuestas en una galería de arte, rodeadas de las grandes marcas del mundo de la moda». Pero, al mismo tiempo, Iris quiere dejar claro que los niños de la favela de Rocinha son felices: «Son pobres pero tienen mucha energía, van a la escuela, comen cada día y juegan con sus amigos. De algún modo, la favela los protege mientras son niños. Es cierto que viven hacinados, en casas muy pequeñas y que probablemente nunca podrán llegar muy lejos, pero a su modo y en sus circunstancias, son niños felices».