«ADORO SENTIRME PODEROSA COMO UN MACARRA.»
Hoy vamos a jugar con la identidad sexual. Vamos a convertir un estudio de fotografía en un laboratorio de género o en un taller drag king. Cinco actrices se transforman para Marie Claire y se divierten dejándose «androginizar». Entrarán como chicas guapas y saldrán como « intersexuales autodiseñados » , por usar la etiqueta con la que se define a sí mismo el fotógrafo Del Lagrace Volcano. Ana de Armas llega con el pelo suelto y unas botas de tacón. De lejos parece una modelo. Después, sentada frente al espejo, se convierte en otra cosa, en las manos de Pedro, el maquillador, y de Inés, la estilista: «Pensé que me iba a ver superfea maquillada de chico y con el pelo pegado, pero estaba equivocada». Por sorpresa, muta en un persona- je «creído, que sabe que gusta», atrevido, un poco macarra. Sin que nadie se lo pida, se toca el paquete, o coge del catering un palillo y se lo pone en la boca. Se llama Johny. «Estoy siendo lo más macho que puedo.» Los looks de las protagonistas de este experimento no son casuales: los diseñadores más prestigiosos llevan un tiempo inspirándose en lo «trans». «El mainstream está absorbiendo códigos marginales», explica la filósofa Beatriz Preciado, y la moda no es la excepción, con modelos emergentes, como la transexual brasileña Lea T., imagen de Givenchy durante el 2009, o, más recientemente, el top andrógino Andrej Pejic, a quien Jean Paul Gaultier hizo desfilar con traje de novia. La moda gira hacia lo indeterminado, que, por otro lado, cada vez aparece con más claridad como consustancial a lo humano. «La mayor parte de los cien-