NUEVO CIRCUITO
LOS DESFILES DEL MADRID FASHION SHOW LLEVAN LA MODA ESPAÑOLA A RINCONES EMBLEMÁTICOS DE LA CAPITAL.
La popularidad de una Fashion Week puede medirse según las ganancias de los taxistas que, durante esos días, cruzan la ciudad a modo de rally de desfile en desfile. Siguiendo esta fórmula, se hace evidente que algo fallaba en la antigua Pasarela Cibeles, ya que las únicas carreras observadas eran las de las medias de alguna fashionista en su intento por llegar al recinto ferial. Nada de presentaciones en lugares exclusivos, ninguna cita secreta apuntada bajo el código «ver invitación» ni espacios reservados, solo pasarelas monocromáticas en el pabellón 14 de Ifema y editoras estresadas con bailarinas en el bolso para bajarse de los 15 centímetros en su trayecto en metro. Para romper con esa uniformidad, el año pasado nació la plataforma de diseño independiente Madrid Fashion Show que, en su segunda edición, nos ha tenido cruzando la ciudad para descubrir sus diferentes propuestas en varios escenarios emblemáticos de la capital.
DESFILES DE MUSEO
El Museo del Traje acogió hasta tres desfiles. Alberto Puras abrió la tanda con su austeridad unisex, las divas con pantalón sastre y chaquetón de astracán de Santiago del Palacio tomaron el relevo y cedieron el testigo, caída la noche, a las sirenas futuristas de Jorge Acuña. Propuestas muy variadas que se fundieron entre bloggers a la hora del cóctel con Mar Flores y Carmen Lomana como invitadas de excepción. No cabía ni un alfiler. En la residencia del embajador de Francia, las propuestas de Alvarno florecieron a ritmo de «Le Mépris», de Godard. Entre voulez-vous y vestidos tulipa se percibía un aire que evocaba las casas de costura parisinas: plisados, gargantillas en oro, medias de piel de gato y estampados felinos que hicieron estragos entre invitadas como Alaska. «Una colección fantástica, ¡ya sabes que a mí el leopardo me encanta! » , comentaba emocionada la cantante. De nuevo tras el show, copas entre caras conocidas como Laura Ponte, Tamara Falcó o Mario Vaquerizo. Y de un edificio señorial a otro: al día siguiente, superando la resaca, la sede de Telefónica acogió el desfile de Rabaneda. En el espacio minimalista de techos clásicos del palacio de las telecomunicaciones de la Gran Vía, la colección «Bendito el fruto de tu vientre» encontró su marco perfecto: blusas con infinidad de recovecos, figuras limpias y, como culminación, pulseras con forma de rayos dorados acompañando looks con telas de tapicería, tipo Luis XVI, a base de brocados en seda. Fue el broche perfecto para cerrar la segunda edición de este evento que, con su poco rodaje, todavía tiene puntos por mejorar, pero mucha perspectiva y un gran recorrido por delante.