GLORIOSA SOFÍA
ENATURAL E IRREVERENTE, LA VERGARA PUEDE SER LA MUJER MÁS SEXY DEL MUNDO, PERO ES CON SU DESPARPAJO COMO SE HA ABIERTO LAS PUERTAS DE HOLLYWOOD. Y LO DEMUESTRA EN ESTA ENTREVISTA. n aquel anuncio de televisión, una jovencísima Sofía Vergara intentaba llegar descalza hasta una Pepsi atravesando la arena ardiente. Para no quemarse, iba dando saltitos sobre cosas que llevaba encima: la toalla, el libro, su camiseta, el short... hasta quedarse con un minúsculo biquini que a punto estuvo de quitarse también, para conmoción general de los veraneantes. Ese improvisado striptease quedó grabado a sangre y fuego en el imaginario latinoamericano, pero tuvieron que pasar veinte años para que volviéramos a ver a Sofía dando un salto, pero uno muy grande, a escala global. No estaba menos sexy, pero sí tenía nuevos argumentos. El más importante: el humor. Sofía ha hecho de su personaje en la superexitosa comedia «Modern Family», Gloria –la madre soltera colombiana que en cada capítulo destroza la lengua de Tennessee Williams y que se hizo a su imagen y semejanza (aunque ella en la vida real habla bastante mejor que su álter ego)–, una descacharrante oda a la diferencia y a la integración, que ha calado muy hondo en un país donde su presidente, de origen negro, dijo el otro día: «Todos somos americanos». Y lo dijo en español. Llegó a Miami con su madre y su hijo, Manolo, hace 16 años, dejando atrás un país convulsionado por la violencia, donde su hermano había sido asesinado. Los productores de cine estaban un poco confundidos con la rubia voluptuosa de ojos verdes que no encajaba en el prototipo de la latina ni calzaba con su acento musical, así que tomó el sol y se os- cureció el pelo. «No me puedo quejar porque lo he pasado divino de las dos maneras. Soy rubia natural y, al principio, cuando me teñí el pelo me sentía rarísima. Solo lo hice para que me vieran más latina, pero ahora estoy encantada», dice hoy desde su mansión en Miami Beach. Pero el cine le ofrecía papeles infumables, así que huyó a la televisión y, para su suerte, la tele yanqui se había convertido en «el nuevo cine». A Vergara le ha tocado vivir la era dorada de las teleseries, y sus nominaciones a los Emy y a los Globos de Oro como actriz secundaria no son ninguna tontería. De vender calendarios sexys como churros (y pensar que cuando era adolescente estuvo a punto de hacerse una reducción de pecho) a comercializar su propia marca de ropa, Sofía by Sofía Vergara, para Kmart, lo de emprendedora le viene como un guante, y todo indica que, tras su triunfo televisivo (y una incursión en Broadway, fue la Mamma Morton en «Chicago»), se avecina por fin su momentazo en el cine: estrena este año «Los tres chiflados», de los hermanos Farrelly. «Me encantan los registros de mala. Ahora estoy más centrada en la comedia, pero me gustaría mucho interpretar un personaje bien dramático, un papel muy intenso, oscuro, desequilibrado, ¡de loca!», exclama. También rueda «Machete Kills», la secuela de esa cumbre de la acción tex-mex que fue «Machete», de Robert Rodríguez, y prepara «Fading Gigolo», a las órdenes de John Turturro y al lado de Sharon Stone y el gran Woody Allen, que hace el papel de un proxeneta novato en un barrio judío, a quien recurre