CON OTROS OJOS
O CÓMO CONVERTIR LA CRÓNICA PERIODÍSTICA EN UNA DE LAS BELLAS ARTES.
En el mundo hay muchas noticias, pero muy pocos periodistas como Leila Guerriero, lo más similar a Truman Capote o Norman Mailer que hay ahora mismo en nuestro idioma. Sus reportajes tienen superficie de novela y fondo de ensayo; y no se leen, se devoran. Una buena prueba de ello es la antología que publica la editorial Alfaguara, «Frutos extraños». Un libro que se llama igual que una canción de Billie Holiday pero significa lo contrario, porque donde la intérprete hablaba de algo terrible, la visión de un negro ahorcado por el Ku Klux Klan que cuelga de un árbol, la escritora habla de algo magnífico: la originalidad. «Yo no conocía la canción y, de hecho, encontré ese título en un cuadro del pintor argentino Guillermo Kuitca. Me gustó contraponer algo muy vital y nutritivo –un fruto–, con cierta idea de extrañamiento. El libro re- corre historias de gente común que pasa por circunstancias extraordinarias. Y creo que, en ese sentido, nunca serán demasiadas las frutas extrañas de este mundo: es una bendición que siempre haya más.» Algunos de los protagonistas de la obra quisieron ser excepcionales y otros no lo pudieron evitar. Algunos se dieron a conocer por sus méritos y otros por sus desgracias, unos en las páginas de Cultura, por ejemplo, y otros en las de Sucesos. En ese último caso están los desaparecidos que buscaban aquellos primeros antropólogos que lucharon por encontrar los restos de las víctimas de la dictadura argentina –y acabaron identificando los del Che Guevara, los de la fundadora de las Madres de Mayo o los del hijo del poeta Juan Gelman–, cuya historia se
NI ÁNGELES NI DEMONIOS
Un buen periodista solo busca una cosa: la verdad, esté donde esté. Leila Guerriero no cree, como uno de sus personajes, el compositor y escritor Facundo Cabral, que hay que «volar bajo porque abajo está la verdad». En absoluto. «No, no creo que la verdad esté abajo ni arriba. El concepto de verdad con mayúscula me dispara todas las alarmas. Creo que hay miradas sobre la realidad, pero nada que se parezca a una verdad monolítica. Nadie es un ángel absoluto ni un demonio absoluto. Todos somos maravillosos y viles, solidarios y pusilánimes, generosos y egoístas al mismo tiempo. Las cosas son demasiado complejas como para ponerlas en esos términos. Y, aunque Cabral me caía bien, sospecho que eso de que abajo está la verdad es un poquito demagógico. Cosas y gentes interesantes las hay arriba, abajo y también en el medio.» Parece fácil, pero no lo es: hay que saber dónde buscarlas y no dejar que te engañen cuando das con ellas. Algo que solo está al alcance de los mejores cronistas. Leila Guerriero es uno de ellos.