Anti dress code
LOS ARTISTAS DAN QUE HABLAR SALTÁNDOSE LAS NORMAS. SI NO FUERA POR ELLOS, NO AVANZARÍAMOS JAMÁS.
MADONNA (1991)
Un vestido camisero de encaje negro hasta las rodillas y transparente (de Comme des Garçons), unos escarpines Luis XV de hebillas de strass y, bajo el vestido, unos boxers de algodón blanco. «En la gala de apertura de la exposición Miuccia Prada-Elsa Schiaparelli en el Metropolitan de Nueva York, me parece un homenaje a ellas vestirme así, y no con un esmoquin», dijo Marc Jacobs ante los flashes. Se llevó todo el protagonismo de la ilustre alfombra escarlata, y su foto ha dado la vuelta al mundo. «¿Es exhibicionismo, marketing autopublicitario, libertad artística, capricho permisible de diseñador de éxito, egolatría, idiotez de un gremio decadente?», cuestionaron los medios. Sobre la misma alfombra avanzó Miuccia, la única mujer de la noche vestida con pantalones con los que dijo de nuevo un gran no a las convenciones sociales con su estilo bohemio-refinado-radical. Para mí, Prada y Jacobs en un mismo evento representan al Dr. Jeckill y al Mr. Hyde que habitan en la moda y en el show-business. Como en la novela de Stevenson, parece a veces que el malísimo Hyde se apodera progresivamente del bienintencionado Jeckill, y que el mal supera al bien. Aunque solo hablo aquí de mal o buen gusto, claro, y de que todo es relativo y muy subjetivo en este ambiente. De hecho, ya hemos visto a menudo a John Galliano travestido en pirata o en Venus barroca, y a Jean Paul Gaultier con falda escocesa sobre pantalones entrando (y no saliendo) en una fiesta pública entre reverencias y flashes que los adoran casi más que a las popstars, tan previsibles ellas, tan clónicas. Con la obvia excepción de la reina Madonna, capaz de presentarse en palacio en salto de cama, y de Björk, la emplumada princesa indie con mayor talento para vestirse de etiqueta. En plan intelectual, la veterana escritora de moda Anna Piaggi, fallecida este verano, siempre dio una lección de estilo excéntrico avalado por los más grandes de la moda. De manera que sí, cuando eres un gran creador de moda, puedes permitirte dar una de cal y otra de arena al protocolo y la etiqueta. El problema surge cuando la claque de tales ídolos aspira a mostrarse como ellos y se pone a la cola: es evidente que jamás les van a dejar entrar.
ANNA PIAGGI (2006)
JEAN PAUL GAULTIER ( 1990)
MIUCIA PRADA ( 2012)
BJORK ( 2001)