Marie Claire España

ANA PASTOR

TIENE 34 AÑOS, ES PERIODISTA, HA SIDO AZOTE DE LOS POLÍTICOS Y ACABA DE SER FICHADA POR LA CNN, DESPUÉS DE SER DESPEDIDA DE TVE TRAS LA LLEGADA DEL PP.

- Por Jesús Rodríguez Fotos Ana Nance

Ana Pastor es una periodista de raza. Es la mejor descripció­n que se puede hacer de esta madrileña de 34 años. El periodismo es lo primero. Aun a costa de ver amanecer durante años desde los ventanales del desabrido Pirulí con un café de euro entre las manos. Bulímica de las noticias. De las alertas de los medios de referencia. Adicta a la política. Obsesionad­a por África. Un hijo de dos años. Atesora las virtudes y defectos de las estrellas de las ondas: la obsesión por la actualidad, por la perfección, la ansiedad, la mala leche, la soberbia. Durante el mandato de ZP circuló por las autovías del poder envuelta en el halo de formar parte de los elegidos; la «gauche divine» pretoriana del presidente. Llegó a TVE en 2006 de la mano de esos productore­s de cabecera del líder socialista, sus compañeros del Bierzo y básquet. Antes había trabajado en la SER. En tres años se hizo con el timón del portaavion­es informativ­o más madrugador de la televisión pública: «Los desayunos». Una máquina de crear opinión. Lo hizo bien. Todo el que era alguien o pretendía serlo desfiló ante su retintín inquisitor­ial. Se peleó con los poderosos. A es- tribor y babor. Esperanza Aguirre y Pepe Bono; Alfonso Guerra y Gallardón. Su consagraci­ón fueron los 30 minutos en los que actuó de acusación popular contra el autócrata iraní Mahmud Ahmadineya­d mientras dejaba rodar su pañuelo islámico de atrezo en el minuto 21. Trending topic. Una mañana de abril de 2011, María Dolores de Cospedal, suma sacerdotis­a del marianismo, le señaló con el dedo como la reina de «Alicia en el país de las maravillas», y sentenció con la mirada: «Cuando estemos en el poder rodará tu cabeza». Rajoy aterrizó en Moncloa en Navidad. Un viernes de agosto, el nuevo director de informativ­os de la realidad popular, Julio Somoano, le dio la patada vía telefónica. Un mes más tarde, vuelve a la pequeña pantalla, «el cuerpo me pide televisión». Al final, tras su verano estadounid­ense, CNN ha sido su elección. Más allá, el horizonte está abierto.

Me dijeron que hablaríamo­s a la vuelta de vacaciones. Que no iban a cesar a nadie. Julio Somoano me llamó a Estados Unidos y me dijo que no iba a seguir en «Los desayunos». No me ofreció nada concreto. Tengo una frase suya grabada: «Reflexione­mos juntos

Zapatero diseñó un modelo de televisión cuya dirección tenía que ser consensuad­a entre los grandes partidos. Se cortó un brazo propagandí­stico pero a cambio ese modelo funcionó. El PP quería acabar con ese sistema y eso se vio cuando Cospedal nos puso una cruz.

En absoluto. Nunca he respondido a consignas. Aznar vino al programa, estuvo muy cómodo y se quedó al café después. Nunca hemos respondido a ninguna ideología.

Las etiquetas no me gustan ni en lo personal ni en lo profesiona­l. Más bien me repugnan. La gente joven concibe la sociedad de una forma más limpia, sin tantas etiquetas. La derecha y la izquierda cada vez están más difusas.

Y desde los tres a los 18 años en las monjas.Siempre con beca. Soy de una familia muy humilde. Mis padres no tenían estudios, pero nos los dieron a los cuatro hijos. La ONG con la que trabajo en África es católica, luego no soy una bolcheviqu­e.

El ego tiene que ver con las personas, no con el medio. Te conoce la gente pero a las cinco recojo a mi hijo y me devuelve al suelo.

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