MUJERES CON PODER
ELLAS TOMAN EL MANDO EN LA NUEVA HORNADA DE ESTADOUNIDENSES, TODA UNA TENDENCIA.
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En el episodio piloto de «Political Animals», la protagonista, secretaria de Estado del Gobierno norteamericano con aspiraciones de convertirse en presidenta, se divorcia de su marido, ayuda a su hijo gay con problemas con las drogas y es implacable con un diplomático ruso que le pellizca el trasero durante una rueda de prensa. Pero el personaje interpretado por Sigourney Weaver y basado en Hillary Rodham Clinton, a pesar de ser especialmente brillante y carismático, sigue siendo mucho menos valorado por la opinión pública que el de su exmarido, antiguo presidente de EE UU y un mujeriego procaz. La serie continúa una tendencia creciente en la que el drama político televisivo está protagonizado por mujeres, ya sea en retratos complejos, como el de Weaver; en dramatizaciones de vidas reales poco ejemplares, como Julianne Moore en el papel de Sarah Palin en el telefilme «Game Change», o incluso en sardónicos retratos de la estupidez humana como fuerza motriz del juego político tipo «Veep», la serie cómica en la que Julia Louis Dreyfus interpreta a una inepta vicepresidenta de EE UU que navega en las aguas de Washington acompañada de una pléyade de personajes tan ineptos y disfuncionales como ella misma. Decidir el sabor de un helado que debe comerse ante la prensa da para un capítulo entero, y lo peor es que en todo momento tienes la sensación de estar ante un ejercicio de puro realismo. Pero además de su inquietante acercamiento a la realidad –a la que acceden por rutas totalmen- te opuestas pero igual de preocupantes–, tanto «Veep» como «Political Animals» destacan por su capacidad para crear personajes femeninos nada ejemplarizantes, alejados de los tópicos y totalmente integrados en un mundo que ya no es algo que se mira pero no se toca. Como en las series nórdicas «Borgen» o «The Killing», y del mismo modo que en la israelí «Homeland», las protagonistas logran imponer sus fortalezas, pero también sus debilidades –en la versión estadounidense de «Homeland», los problemas mentales de la agente de la CIA Carrie Mathinson (Claire Danes) son claves en la historia–, evitando siempre la tentación en la que desde «Sexo en Nueva York» hasta «Scandal» –otra de mujer vengativa en un Washington presentado como si fuera Hollywood, pero habitado por gente que no va al gimnasio (estreno el 18 de septiembre en Fox)– se ha caído: la de volver estúpido al hombre para resaltar a la mujer. Para eso ya tenemos los anuncios de cerveza.