Marie Claire España

PRIMA DONNA

LA SOPRANO RUSA REINA INDISCUTIB­LE DE LA ÓPERA ACTUAL, DESEMBARCA EN BARCELONA.

- Por Marta Rebón

El trono no puede permanecer vacío. La ópera, el fenómeno escénico de mayor relumbrón, necesita de una voz y un rostro que hechicen al público. Casi medio siglo después de la muerte de Callas, la belleza azabache de Anna Netrebko –una exótica mezcla zíngara y cosaca de Krasnodar–, su grácil coloratura, plenitud tímbrica y garra interpreta­tiva la han convertido en la reina de la ópera chic. «En esta profesión tienes que estar preparada para todo», afirma la soprano rusa al teléfono en plena gira de «Iolanta», la última obra de Chaikovski, con la que recalará en el Liceu de Barcelona entre el 10 y 13 de enero. No lo dice con gravedad, responde con risa contagiosa. Desprende la misma energía que vuelca sobre el escenario. Y ha roto con todos los tópicos del encorsetad­o mundo de la ópera, tanto por su físico como por su carisma, aunque en las antípodas del divismo. «Nunca me he creído una diva. Soy como soy y, aun con belleza, sin una buena voz no habría logrado nada.»

DESDE RUSIA CON AMBICIÓN

La suya es una historia tan épica como la del Sputnik. Netrebko cambió el Mar Negro por el Báltico, en cuya ciudad de noches blancas combinó sus estudios de canto con un empleo en el Mariinski, para poder colarse en los ensayos. En una audición, el director Valeri Guérguiev reparó en ella y la subió a las tablas del coliseo petersburg­ués. Con 24 años debutó en San Francisco, y al poco conquistó Manhattan,

ESTRELLA POP

interpreta­ndo a la Natasha de «Guerra y paz». Con la heroína de Tolstói doblegó al Metropolit­an, ahora su segunda casa. Es la soprano más solicitada: funciones, conciertos, grabacione­s y moda, mucha moda. Los principale­s teatros se rifan a este bello animal escénico, para que, además de a los connoisseu­rs de la ópera, arrastre a la generación MTV, hambrienta de historias de princesas que visten D&G y escuchan hip hop. «La escena operística no es como la de hace cincuenta años», dice ella. Ahora, su abanderada es una fashion victim con estatus de estrella del pop que graba videoclips y proclama su afición al shopping. «Soy mujer y me encanta sentirme guapa. Tengo de todo… –se hace un silencio, como si tratara de visualizar su vestidor–. Cavalli, Valentino, Chanel, De la Renta… No tengo un diseñador favorito, me gusta la variedad.» Su marido no le va a la zaga. Con el cincelado bajo barítono uruguayo Erwin Schrott forma la pareja más hollywoodi­ense de la lírica. «Me encanta como intérprete, esa fue otra de las razones por las que me enamoré de él. Atrae todas las miradas en el escenario.». Además de compartir tablas, este año han inaugurado una fundación que ayuda a la infancia en varios países. «Siempre he estado implicada en acciones de este tipo, incluso cuando era una desconocid­a. Igual que Erwin. Pero ahora podemos hacer algo más importante y profesiona­l».

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