CON SANGRÍA E
BLANCOS, CON PUNTA AFILADA Y TACÓN. DESCUBRE EL ÚLTIMO ACCESORIO IT, QUE DEFIENDE CARINE ROITFELD.
spero que alguien se pregunte a qué viene esto de la sangría. Pues viene a que en la época en que las niñas españolas llevábamos zapatos negros, marrones o, como mucho, dorados, llegaban los veranos y con ellos las hordas de valquirias rubias de cascos ligeros calzadas con escarpines blancos y bolsitos a juego, a ponerse hasta arriba del ponche nacional. Es un primer recuerdo para ilustrar el estímulo del zapato blanco, un fetiche que renace de tanto en cuanto del fuego semiapagado de lo kitsch, lo pop y lo it. En la memoria quedan las pistas de baile de los años sesenta con las cicatrices de miles de tacones blancos, corazones rotos y chicos nativos desvirgados por una sueca, que todas lo eran.
UN EJERCICIO DE ESTILO
Hubo un momento en que el salón blanco sin mácula se erigió en modelo de alta costura algo canalla, según la teoría de mi querido Yves Saint Laurent, que daba la vuelta a cualquier norma de buen gusto impuesta por la burguesía, esa clase social tan ramplona a la que él provocó sin descanso. En la década de los pasados ochenta, el maestro puso de moda algo tan raro como los escarpines blancos de tacón, eso sí, confeccionados con pieles refinadas y exóticas, y además los presentó con medias negras semitupidas. Planteó un genuino ejercicio de estilo: ¿cómo llevarlos, con qué, cuándo? No bien se resolvió la ecuación, con algunos sobresalientes y notables logrados por ciertas damas de la alta sociedad parisiense y neoyorquina, el aprobado raso de la mayoría se convirtió en un suspenso tremendo cuando los zapatos blancos se quedaron en una puntera que asomaba cobardemente bajo el dobladillo del pantalón blanco. ¿Dónde quedaron las audaces faldas estrechas y los boleros con los que aparecieron? Así fue cómo, una vez más, perdí de vista el famoso par de salones níveos, refugiados en los pies de las viandantes de los centros comerciales o convertidos en botas de cow-girl para alemanas tatuadas en las playas ibicencas.
ZAPATO IT
Y de repente aparece la tempestuosa Carine Roitfeld, reina de la «factory» de tendencias de este mundo, con unos stilettos blancos, piernas desnudas bronceadas y vestido oscuro, y su imagen en el front row de turno circula a velocidad de tuiteo, y, una vez más, derriba sin parpadear a sus rivales y planta una moda que se hace real en todas la colecciones: el zapato it es el blanco. Formato salón, puntiagudo y de tacón aguja. Ya no parece calzado para una turista de «todo incluido». Tampoco resulta adecuado asumirlo como el toque cool de Yves. A mí me hace pensar en las calles de Moscú, cuando se derrita la nieve.