CRECIENDO JUNTAS
LAS HIJAS DEJAN DE SER UNAS NIÑAS JUSTO EN EL MOMENTO EN EL QUE SUS MADRES AFRONTAN LOS DESAFÍOS DE LA MADUREZ. EN ESTE REPORTAJE,TRES CASOS EN LOS QUE LAS HORMONAS (Y EL AMOR) SON COMO DINAMITA.
Ahora mismo, mientras lees este artículo, cientos de niñas dulces como el algodón de azúcar y cautivas como jilgueros en jaulas de oro dejan de ser las pequeñas de mamá para afrontar la primera batalla de su rebelión personal: el inicio de la pubertad. Tienen 13 años y piensan que su principal contrincante es la madre, cuando, aún no lo saben, su único y verdadero enemigo vive en su interior. Las adolescentes empiezan a ser conscientes de un cuerpo –en desarrollo y mutante– y de un ánimo incandescente e inestable. Manuela, Estrella y Teresa están viviendo, mientras sigues leyendo este artículo, esa revolución emocional, social y, sobre todo, hormonal. Sus conmocionadas madres, Pepa, Ángeles y Majós, miran hacia las niñas pensando qué hacer y qué decirles, sin tiempo para mirar hacia dentro y darse cuenta de que, aproximándose a los 50, su vida sufrirá también el revuelco de hormonas de la madurez. «¡Es que no sé qué me pasa!», es la frase que más oyen estas madres en boca de sus hijas. Y están obligadas a dar respuestas, aunque no las tengan. A veces ni siquiera para sí mismas.
CHISPAS Y CHARLAS
PEPA BUENO Y MANUELA GARCÍA Manuela (13) coloca su melena rizada por delante de un hombro, es así como le gusta. Su madre la llama tozuda y no solo por no querer peinarse de otra forma. «Sí, soy una cabezota», confirma la hija. Pepa (48) dice que Manuela fue una niña muy curiosa, muy divertida y con mucho carácter. De adolescente la curiosidad persiste y además ha aprendido a canalizar su carácter gracias a la música, «tiene una clara vena artística y la timidez de los artistas». Cuando Pepa define a su hija como «alérgica a la ñoñería y la blandenguería», Manuela protesta: «Es que no me gusta que estén todo el día dándome abrazos y besos porque me agooooobia». Primer conflicto madre-hija: ¡se acabaron los mimitos en público! Pepa y Manuela viven en una conversación constante, donde la hija pregunta de todo para anticiparse al futuro. ¿A qué edad suceden las cosas?, es la pregunta estrella. Manuela pregunta a qué edad los chicos, a qué edad los tacones, el móvil o irse a vivir fuera de casa. Y si la madre no sabe la respuesta, improvisa y recuerda su propia «y terrible» adolescencia. Pepa ha decidido darle a Manuela la libertad para que tenga «las herramientas de su tiempo» pero enseñándole a «hacer un uso razonable del ordenador, del teléfono y de las salidas con sus amigos, porque ahí es
«LE DOY LA LIBERTAD PARA QUE TENGA LAS HERRAMIENTAS DE SU TIEMPO.»
PEPA BUENO
donde no la controlamos», explica. La adolescencia es una etapa de matices. Cada cosa buena tiene su pero, su sin embargo, su demasiado. Por eso Manuela define a su madre como «comprensiva», aunque a veces no le entiende; es «simpática» pero «no tiene muy buen sentido del humor», se preocupa por ella pero de manera «sobreprotectora» y «supermilimetrada». Pepa Bueno es directora y presentadora del primer tramo de «Hoy por hoy» de la Cadena SER y vive el periodismo de una manera muy entregada. «Siempre he visto a mi madre viajando mucho o llegando tarde a casa con horarios que no coincidían con los míos. Creo que eso ha generado en mí el rechazo a esa profesión.» Manuela marca la palabra «esa» con expresividad, como si se tratara de una pariente que le cae mal pero cuya visita hay que tolerar. Ella prefiere ser actriz –como también lo fue Pepa antes de enamorarse de la información–, pero ante las objeciones de su madre, ya valora estudiar Psiquiatría o la carrera de Relaciones Internacionales. Y lo que tiene clarísimo es que dentro de dos años se va a estudiar a Nueva York.
DE LA MISMA ESTIRPE
ÁNGELES GLEZ.-SINDE Y ESTRELLA ALONSO Ser madre de una hija te hace revisar la relación que tenías con tu propia madre. Esto es algo que Ángeles (47) lo ve como inevi-
table: qué tipo de madre se es depende mucho de qué hija se fue, sobre todo durante la adolescencia. Para ella, su hija Estrella (13) es «de muy buen carácter, muy perceptiva y demasiado capaz de ponerse en el lugar del otro». Estrella tiene una hermana seis años menor y, ante la pregunta de qué consejo le daría cuando llegue también a la adolescencia, Estrella contesta que «lo más importante es que ella esté bien por sí misma, que se preocupe primero de ella y luego de ayudar a los demás, sin llegar a ser egoísta » . Pero si la pequeña Valentina tiene el carácter de su hermana, no seguirá este consejo. Estrella es hija de una exministra, expresidenta de la Academia de Cine y guionista y directora. No son papeles muy habituales para las mujeres, por lo que en su casa se respira un feminismo que asoma cuando Estrella confiesa que su madre le propone las lecturas de escritoras y biografías de mujeres que el programa de sus asignaturas escolares margina. Por otro lado, Estrella está contenta de haber recuperado a la madre directora y escritora y haber dejado atrás a la ministra con su absorbente agenda, sus escoltas y su repercusión mediática. Como Manuela, Estrella es una buena estudiante, con predilección por las letras, a quien se le ha ocurrido llegar a ser «secretaria general de la ONU o diplomática», pero que, con la volatilidad de la adolescencia, un mes después dijo que quería ser directora de cine y sus padres pusieron cara de susto porque, explica Estrella, «tus padres nunca quieren que seas lo que
«TERESA ME DICE “NO SÉ LO QUE ME PASA, NO SÉ QUÉ ES”. ELLA SE ESTÁ HACIENDO MAYOR Y YO TAMBIÉN.»
MAJÓS MARTÍNEZ
ellos han sido». El abuelo de Estrella, José María, no solo fue director de cine, sino también primer presidente de la Academia. «Y mi padre no quería que yo tuviera su oficio –comenta Ángeles entre risas– ni yo que tú tuvieras el mío, así que continuamos una larga estirpe.» Segundo conflicto madre-hija: ¡no seré igual que tú! Pocos miedos tiene Ángeles sobre cómo este mundo nuevo y sus peligros pueda afectar a su hija. « Si acaso los desengaños amorosos – dice–, pero las drogas o salir o la inseguridad no, porque tengo mucha confianza en ella, y al verla tan responsable y tan sensata creo que sabría manejarse en una situación complicada. »
¡DEJA LA BLACKBERRY!
MAJÓS MARTÍNEZ Y TERESA CAMUS Antes de pasar la tarde en un centro comercial, Majós ( 51) preferiría que su hija hiciera botellón. Teresa (14) la mira en plan « pero mamá, qué dices » . Y Majós le contesta que, en realidad, si lo piensa, no tiene nada de malo pasar un rato en la calle bebiendo algo, charlando y estando con los amigos. Y que lo del centro comercial es mucho peor, por sus niveles de alienación y frivolidad. Teresa le contesta que ella al botellón no le ve ningún sentido y que, de todas formas, tampoco va a centros comerciales. Como Manuela o Estrella, a Teresa lo que le gusta es reunirse con sus amigos en las casas y, cuando no están juntos, chatear por el medio que sea. Manuela usa Whatsapp; Estrella, Facebook y Tuenti, y Teresa donde pasa más tiempo es en el chat de la BlackBerry. Hasta tal punto, que Majós le raciona el uso del móvil. Tercer conflicto madre- hija: ¡ no controles mi vida! Majós y su hija admiten que discuten mucho desde que Teresa entró en la adolescencia. Al final resuelven los enfados con «ataques de amor de esos de “vale, te perdono” o “durmiendo y al día siguiente ya estás de buen humor” – confiesa la hija–, pero hablando, casi nunca». A Teresa le cuesta usar la palabra perdón, sobre todo con su madre, y también encontrar las palabras precisas para describir las turbulencias emocionales de su edad. «A veces Teresa me dice “es que no sé lo que me pasa, no sé lo que es”», dice Majós. Teresa le echa la culpa al estrés de sus estudios y al del trabajo de su madre, que es representante de actores como José Coronado, Irene Escolar, Aida Folch o Malena Alterio. Majós lo hace a las hormonas – « Teresa se está haciendo mayor, y yo también » – y a un trabajo que le ocupa todo el día y desde la propia casa. En esta relación, es la hija quien le pide a la madre que deje de usar un momento el teléfono y le haga un poco de caso. Pero si hay un tema por el que últimamente discuten es el de los desplazamientos. Teresa va al colegio en un bus de ruta. Ella quiere ir con sus amigos en transporte público y reclama ahí su espacio de independencia. Pero Majós, por ahora, no cede. «Esa es la discusión que más se repite en esta casa y dependiendo de qué humor esté mi madre se lo toma mejor o peor.» Cuando Teresa quiere negociar algo con su madre se pone a estudiar más y usa el argumento de las buenas notas. Con las madres siempre funciona.