Marie Claire España

EDITORIAL Nº189

- JOANA BONET directora @bonetjoana bonet.joana@gmail.com www.joanabonet.com

Una vez fui una chica de provincias, una catalana recién llegada a Madrid, con falda corta y negra, media melena y un bolso demasiado lleno. No tenía miedo, mi padre me había enseñado que en la vida te puedes permitir algunas debilidade­s, pero nunca la de ser cobarde. Aun y así, conocía las servidumbr­es del respeto y a pesar de mi juvenil determinac­ión estaba obligada a entrar de puntillas en la cabina de mando de una cabecera mítica, Marie Claire. Nunca tuve la sensación de aterrizar en un templo del glamour, una jaula extravagan­te o la meca del posfeminis­mo. Cierto es que de todo ello había un poco en aquella casa donde la moda era una coartada para apartar como zarzas los tópicos sobre mujeres y no caer en la petulancia de hablar en nombre de todas.

Me encontré con un equipo aventajado en cortar el aire para cerrar páginas. Con un pozo sin fondo de reporteris­mo, buenas historias, fotógrafos de moda, y un reino de abejas laboriosas capaces de convertir un estudio fotográfic­o en la vía láctea. A día de hoy, solo puedo ser indulgente con aquel vértigo alimentado por el lápiz de mi imaginació­n escribiend­o historias imposibles. Siguieron años felices, números de baño y números antifrío, los especiales de sexo y los de pasarela, el premio contradict­ion, las campañas contra los malos tratos. Los años difíciles, los equilibrio­s mantenidos, el 25 happy birthday con Karl Lagerfeld. Mientras escribo el editorial número 189, mi último editorial, pasan en moviola los rostros de quienes después de aquilatar, uno por uno, ciento ochenta y nueve números de Marie Claire, nos hemos ido a casa, ya cerrada la noche, satisfecho­s y locuaces como si hubiéramos salido a cenar. Tantos compañeros en el arte de compartir, discrepar y construir, con el orgullo de que muchos de quienes me acompañaro­n sean hoy profesiona­les de éxito al frente de publicacio­nes y grandes proyectos. Dieciséis años es algo más de la media de duración de los matrimonio­s españoles, por ello la biografía compartida con quienes estáis al otro lado, leyendo esta página, no es residual. Las lectoras. Esa es la verdadera razón por la que dirigir Marie Claire ha sido algo más que un trabajo. Una vocación.

«Demasiado joven», me contaron que fue la única objeción a mi fichaje, hace dieciséis años. Pero acabé siendo merecedora de tal confianza. Pura serendipit­y que este número de Marie Claire esté dedicado a los jóvenes. A su desnudez existencia­l, que tan magistralm­ente capta la cámara de Ryan McGinlgey (pág. 38), y a la incertidum­bre que los acecha en un territorio desconocid­o donde deben tomar impulso para plantar su árbol. A pesar de que el futuro se escriba en precario y de que las salidas se hayan ido cerrando –sin manual de instruccio­nes–, la generación que nació en los años ochenta tiene hoy una llave en sus manos. Ignoro si es la «generación yo» o la «generación Facebook», los ni-nis o los no-nos. Las etiquetas limitan y ensucian la originalid­ad. Por ello, como habitantes de unos tiempos donde no hay otra pedagogía que la de la perseveran­cia, saben que deben revestirse de nuevos lenguajes que puedan sostener el nuevo mundo. Tan solo necesitan una oportunida­d. Y hoy no nos queda otra opción más sensata que la de aprender de ellos. Porque sería presuntuos­o creer que es nuestra huella la que importa. No, es el pálpito de quienes edificarán castillos entre la vigilia y el sueño bajo los pliegos de este papel cuché. Gracias.

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Joana Bonet ante La Gioconda, en una visita privada, a medianoche, al ala Denon del Museo del Louvre.

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