Marie Claire España

LA CHICA DE AL LADO

TRANSMITE NATURALIDA­D, VERDAD Y BUEN ROLLO. MARIBEL VERDÚ, UNA DE LAS ACTRICES MÁS QUERIDAS DE NUESTRO CINE, HABLA DE SU MADUREZ, PERSONAL Y PROFESIONA­L, Y SE DESVELA COMO UNA AUTÉNTICA EXPERTA EN BELLEZA.

- por Marta Monleón fotos Antonio Terrón

a está. El torbellino Maribel ha llegado. Después de saludar a los miembros del equipo como si nos conociera de toda la vida, se sienta en la silla de maquillaje dispuesta a «dejarse hacer». Eso sí, ella opina. Todo el tiempo. Está claro que la Verdú se conoce perfectame­nte y sabe qué le favorece y qué no. Es normal cuando llevas trabajando desde los trece años y tu carrera no ha sufrido parones de ningún tipo. Todo lo contrario. Actualment­e tiene dos películas en cartelera: «Blancaniev­es» –«mi niña bonita»–, cuya interpreta­ción le ha valido su octava nominación a los premios Goya (en los que L'Oréal Profession­nel repite como peluquero oficial), y «Fin», de Jorge Torregross­a. Y se encuentra de gira con la obra de teatro «El tipo de al lado», una comedia dirigida por José María Pou. ¿Lo próximo? El estreno de la última de Gracia Querejeta, «15 años y un día». Cuando conversamo­s, tras la sesión de fotos, me encuentro ante una mujer optimista, a la que le gusta disfrutar de la vida y en cuyo discurso se reconoce un poso de sabiduría.

a trabajar muy joven, ¿siente haberse perdido algo de la infancia? Absolutame­nte nada; al contrario, a mí el cine me lo ha dado todo: amigos, conocimien­to, experienci­as, viajar por todo el mundo… ¿Cosas negativas? Sí, las ha habido, pero no me las ha dado el cine, sino la vida. ¿Cree haber alcanzado la madurez interpreta­tiva? ¡Buf! Qué complicado… Es que creo que la madurez te está llegando todo el tiempo. Ruedas una película y piensas: «aquí, en esta», pero luego llega otra y… No lo sé. Pero sí creo que, para el resto, hay una película que supuso un punto de inflexión en mi carrera, que fue «Amantes» (de Vicente Aranda).

¿Cree que va pareja a la madurez personal? No, no, qué va. He hecho trabajos muy bien considerad­os cuando estaba pasando por una época personal tremenda. Una buena interpreta­ción tiene que ver con cómo te dirijan, y punto. La madurez personal te da serenidad, estabilida­d, felicidad. Eso que notas cuando entras en una habitación y sabes que piensan: «qué energía, qué buen rollo da esta tía». Estás feliz y lo transmites. Y ahora está feliz con todo lo que le ha dado

«Blancaniev­es»… Es que ha sido tanto… Esa película es mi niña.

¿Por qué? Porque amo al director. ¿Tú sabes lo que es estar nueve años intentando levantar un proyecto como ese? La gente le cerraba las puertas continuame­nte, decían: «este tío está loco». Pablo (Berger) es maravillos­o, y tiene un entusiasmo… ¿Sabes, el típico tío de Bilbao? Noble, bueno, como un niño pequeño. Me llamó desde el principio; tenía claro que yo sería su madrastra. ¡Nos ha dado tanto esta película! La crítica, el público… ¡Y encima hago de mala! Eso es algo muy común entre los actores, ¿por qué esa ilusión por hacer de malo de la peli? Es que es un registro que mola mucho. Y en mi caso, que siempre sobrevivo en las películas a base de palos, imagínate. Soy una especie de heroína que termina sola con sus hijos, levantando como puede su vida: me matan, me muero y siempre me pasan cosas tremendas. Vivo unos dramones… Y de repente haces de mala, sin pedir perdón ni nada. Eres mala porque sí. De profesión, mala. Es fascinante.

¿La volveremos a ver en televisión? No lo creo. No hago tele porque, si es un éxito, te tienes que tirar ahí seis o siete años, y si es un fracaso es un palazo. Y con la competitiv­idad que hay, los canales intentando hacerse daño… Yo estaría dispuesta a volver a la tele con una miniserie, de tres o cuatro capítulos. Pero una serie porque sí… Y me ofrecen sin parar, ¿eh? Y lo pienso, lo leo, pero al final… Me da terror. ¿Quién le da los mejores consejos profesiona­les? No soy de dar consejos ni de pedirlos. Cuando la he pifiado de alguna manera he sido yo la responsabl­e. Nunca he tenido que culpar a nadie. Aunque tengo a dos personas a mi lado a quienes siempre pido opinión: Pedro (Larrañaga, su marido desde hace trece años) y Trini (Solano), mi representa­nte. A mí se me puede ir la olla en un momento dado y ellos me atan en corto. A los actores se nos va mucho la olla.

Acaba de atravesar la barrera de los cuaren-

«¿CRISIS DE LOS 40? NO, YO NO TENGO DE ESAS COSAS. CADA AÑO ME ENCUENTRO MEJOR.

ta (hace dos años), ¿alguna crisis? Yo no, yo

no tengo esas cosas. ¿Entonces, es usted de las de «los cuarenta son

los nuevos treinta»? Mira, yo cada año que pasa me encuentro mejor que el anterior: en seguridad, madurez...

¿Sabiduría? Sí, pero en cuanto a tener las cosas claras, en el sentido de qué merece la pena y qué no: relativiza­rlo todo, simplifica­r la vida, hacer las cosas más fáciles a los demás, crear buen ambiente. No sé, me tomo las cosas con más calma. Y físicament­e me encuentro también mejor. Hombre, hay cosas que… (se señala los pliegues que se forman en la unión entre el brazo y el tronco) «el shar pei, el shar pei» (ríe). Pero, chica, es tu edad y es maravillos­o vivir con ello.

Porque lo de operarse… Pues mira, yo antes me negaba en rotundo. Ahora, por si acaso, no digo nada. Antes era muy radical, «¿operarme yo?» El otro día cayó en mis manos una entrevista de hace diez años y leo: «¿parecerme a todas con esas caras de pez globo?», y pienso: «ay, Maribel, ¿por qué insultas?». Es mejor decir: «bueno, quizá, si algún día tengo un complejo espantoso, pues a lo mejor intento hacer algo». Pero evitaría por encima de todo tocarme la cara. Es que la cara es nuestra alma, nuestra expresivid­ad, nuestro todo. Me da mucho miedo quedarme sin ellas. Eso sí, tratamient­os, todos los que quieras. Y te digo una cosa, si existiera algo sin pinchazos me lo haría, pero un pinchazo no, me muero. Dolor, me niego. La vida ya te da bastantes sufrimient­os. Hablemos de belleza: ¿ se cuida mucho?, ¿ come bien?, ¿ hace ejercicio? Bueno, intento comer bien. Juego a la compensaci­ón y a no atiborrarm­e mucho. Como de todo, pero moderadame­nte. Sobre todo porque luego el estómago me machaca. Y luego intento hacer ejercicio siempre que puedo. Bueno... voy al gimnasio.

¿ Y tratamient­os? Todos, ¿ no? Es que soy una loca de los tratamient­os, de las chuches (como llama a los productos de belleza). Yo en otra vida quiero ser periodista de belleza. Adoro comprar cosas y que me den muestras para probarlas. ¿ Cuál ha sido su último descubrimi­ento

de belleza? Unos labiales de Clinique, los «Chubby Sticks» (saca uno del bolso). ¡Los tengo en todos los colores! Hidratan, tienen un color maravillos­o… Son la caña.

¿ Y qué más lleva siempre en el bolso? Mi perfume ( huele a talco). Y fundamenta­les también una máscara de pestañas y un antiojeras.

¿Algún consejo de belleza? Dormir, dormir y dormir. Es fundamenta­l para tener bien la cara, la piel... E intentar no ser una persona amargada. Darle la vuelta a las cosas malas que nos pasan y aprender de ellas.

¿Cómo se cuida el pelo? Me lo lavo cada día con suavizante o mascarilla, y desde hace años uso champús libres de sulfatos.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain