«LAS CANCIONES SON DE TODOS, PARA BIEN Y PARA MAL»
fue increpada en la calle, o a la señora Oltra en Valencia. Lo mío fueron solo insultos de descerebrados que podemos encontrar en cualquier twitter, de los cientos y cientos que podemos leer. Twitter está lleno de insultos, y se ha creado una especie de exabrupteros que se dedican a trabajar por libre o a sueldo en este tipo de cosas.
R.I.: Y en la calle, ¿has tenido algún problema o has sentido el cariño de la gente?
J.M.S.: Yo no he tenido jamás problemas en la calle. Y no quiero animar a nadie, pero no, no he tenido problema: voy a la farmacia, a comprar el pan… La gente me quiere y noto ese cariño, es probablemente una de las razones por las que me dedico a este oficio, porque me siento muy querido y me gusta. G.N.: A veces me pregunto si eres tan buena persona y tan honesto como aparentas [risas].
J.M.S.: Esto sin duda es un punto de vista tuyo, que yo agradezco y que no deja de ser algo que me halaga. Yo tenía un mánager hace tiempo que siempre decía que uno de los mejores negocios –si no el mejor– que existía en la vida era ser honesto. Lo único que ocurría es que él no lo ponía mucho en práctica. G.N.: ¿Y tú sí? No me has respondido. ¿Quizá hay una parte oscura que no conocemos?
J.M.S.: Mis partes oscuras no las voy ni a contar ni a mostrar [más risas].
G. N.: Y a estas alturas de la película, de la vida, ¿cómo estás? ¿Cómo te encuentras de salud?
J. M. S.: ¡ Qué manía! Como he pasado tres cánceres, la gente cree que estoy enfermo, y no lo estoy. Tengo muchas más posibilidades de estar en perfecto estado de salud que la mayoría de los que estén leyendo esto, porque, cuando esto se publique, yo ya habré pasado una revisión en el médico, y me habrá dicho: "¿ A qué viene usted aquí? Haga el favor de no volver más". Y yo le diré que me gusta venir de vez en cuando porque tiene unos ojos muy bonitos, señorita. E iré a hacerme una revisión que me deje con la tranquilidad con la que nos deja a todos los que podemos disfrutar de un buen sistema sanitario.
G.N.: Cuando te detectaron el cáncer, dijiste: "La vida no es lo que nos ocurre, sino cómo reaccionamos a lo que nos ocurre". Una frase que yo siempre tengo presente.
J.M.S.: Cuando salí del médico y me dijo lo que me ocurría, que afortunadamente fue rápido, directo, y afectuoso, lo primero que pensé fue "¿por qué me pasa a mí?". Yo no salí a la calle haciéndome planteamientos filosóficos, pensé lo mismo que debe pensar cualquiera: "¿por qué a mí?". Luego, uno va caminando hacia casa y descubre que a otro le estará pasando algo que él ni siquiera sabe. Seguramente el de la barra de pan puede tener un problema con un hijo drogadicto, o el del taxi tenía una urgencia… Yo qué sé. Cuando llegué a casa lo hablé con mi mujer y vimos que solo podíamos ganar enfrentándolo con normalidad y sin darle más dramatismo que el que no puedes esconder. Iba a decir "darle más dramatismo que el que tiene", pero es que tiene mucho. Y me gustaría mucho, como hago siempre que puedo, mandarle toda mi solidaridad y mi apoyo a todos los que están pasando por una circunstancia de este tipo o peor.
R.I.: Hay otra frase tuya muy sencilla, "la vida es irrepetible". En alguna entrevista dijiste que comerse un melocotón recién cortado del árbol es algo único, que hay que disfrutarlo todo en la vida.
J.M.S.: Fíjese que dije un melocotón. No dije una berenjena. O sea que yo ahí ya estaba escogiendo una fruta que amo especialmente. Y sí, la verdad es que creo que agarrar un melocotón de un árbol a final de septiembre o primeros de octubre es una bendición