LUCES DEL NORTE
HA FICHADO POR EL DESCUBRIDOR DE AMY WINEHOUSE Y HA GANADO EL MISMO TíTULO QUE ADELE. LA NORUEGA SIGRID TIENE 100 MILLONES DE 'STREAMS' Y EL FUTURO MUY BIEN ILUMINADO.
Su hermano la colocó en la línea de salida profesional. Como Kim a Kylie, pero con talento. O al menos uno tradicional. Cuando tenía 16 años, Tellef, un músico aficionado, la invitó a tocar en uno de sus conciertos con la condición de que la canción llevara sus letras. En dos semanas Sun estaba escrita, y en menos de un mes sonaba en un programa radiofónico para cantantes sin discográfica. Sigrid tiene ahora 21 años, la voz raspada y, según la encuesta Sound of 2018 de la BBC, realizada entre 170 críticos musicales en busca del "artista emergente más emocionante del próximo año", un camino al futuro de varios carriles. Entre sus antecesores, 50 Cent y Sam Smith. Ha sido la segunda ganadora más joven de la historia. La primera, con 19, fue Adele.
En 2016 una maqueta llegó a las oficinas de Island Records y su presidente, Darcus Beese, el hombre que descubrió a Amy Winehouse, voló a Noruega con un contrato en la mano. Solo faltaba convencerla. Ella se crió con clases de piano y Neil Young en los altavoces del coche, aunque suena a Lorde cantado por HAIM. Su pop se ensortija en los pensamientos y pega en la faringe. Le obsesionan las canciones bien escritas. En Don’t Kill MyVibe canta so- bre una sesión de composición en la que los adultos la ningunearon. Entendía que quisieran irse a casa, pero al menos podían disimular. Se saltó la taylorswiftiana ley de no explicar el origen de una canción porque el sirimiri de "es sobre tu ex, ¿verdad?" acabó por calar en su paciencia. En sus preocupaciones cabe algo más que el amor. Al escenario sale con vaqueros de talle alto, camisetas blancas y zapatillas deportivas. Baila como si estuviera frente al espejo del cuarto de baño. Lo hizo en el concierto del Nobel de la Paz, en el plató de James Corden, en Glastonbury y en abril lo hará en Coachella. Si la cosa se estancara, su plan B es estudiar Derecho. Por ahora, lo más cerca que ha estado de lo jurídico es formar parte de la banda sonora de La liga de la justicia. Pero a la universidad quiere ir. De vez en cuando, dice, hay que salir de una misma.