TRADICIÓN CON FUTURO
ADMIRADO POR LOS GRANDES, ISRAEL FERNÁNDEZ ES LA VOZ DEL FLAMENCO QUE VIENE.
A Israel Fernández (Toledo, 1989) lo acunaron entre Pastora Pavón (La Niña de los Peines), su hermano Tomás Pavón y Pepe Pinto. Desde que era un niño se crió escuchando a esta familia, imprescindible en la historia del flamenco, gracias a que sus padres le educaron el oído con cante del bueno. El de raíz, el ortodoxo, el que nace ‘pegado al hueso’ del arte. Ahí comenzó a gestarse su universo. Ese que, tras dos discos anteriores, ha convertido en Universo Pastora. Un trabajo entre tangos, tarantas, soleá por bulerías, granaínas o seguiriyas que rinde homenaje a aquellos artistas de su niñez. "Lo he hecho con mucha naturalidad y sin ninguna pretensión. Siento una gran responsabilidad y respeto por ellos". Le pregunto si no ha sentido miedo por embarcarse en unos cantes por los que fluye el pálpito de los Pavón. "No, no. Miedo en la música no hay que tener. Si sientes miedo o sientes oscuridad, no sale la brillantez que tiene que salir. Hay que sentir el corazón. Ponerlo y respetar lo que se siente". En ese pálpito en las entrañas tiene mucho que ver Carlos de la Jacoba, que ha puesto, además de su guitarra, alma y razón en este proyecto. También está el zapateado de una Sara Baras que, hoy por hoy, baila a niveles de otro sistema solar. Israel asegura que este tercer disco "es el que más se parece a mí", y pienso de pronto cuántas horas de buen cante deben atesorar los 28 años del toledano, para que haya encontrado en los Pavón destellos de un espejo. "Esos cantes tradicionales son los cantes del futuro. El flamenco no necesita experimentos, y se le va la olla cuando se experimenta con él. Yo los experimentos no los aguanto. Los experimentos en los laboratorios. Al oro, oro, y a la plata, plata".